En Berlanga de Duero, dominando toda
la villa, se alza la imponente Colegiata de Santa María del Mercado. Sorprende
por sus proporciones desmesuradas para una localidad pequeña, pero es que fue concebido en el siglo XVI como símbolo del
poder de la familia Tovar y de la pujanza de esta villa soriana.
El resultado es un edificio de
estilo gótico tardío con influencias renacentistas, de tres naves con la misma
altura lo que refuerza la sensación de grandeza, y cubiertas con una elegante bóveda de crucería
estrellada. El templo se levantó con unas proporciones que aspiraban a
convertir Berlanga en sede episcopal.
Durante siglos fue centro
religioso y cultural de la villa, con un cabildo de canónigos y un papel
protagonista en la vida berlanguesa.
En su interior destacan el
retablo mayor, de estilo neoclásico, y la capilla del Santo Cristo de los
Milagros, una talla del siglo XIV que es objeto de gran devoción popular.
Un caimán cuelga en el interior
del templo. Fue traído por Fray Tomás de Berlanga, un dominico nacido en la
villa en el siglo XV que llegó a ser obispo de Panamá y descubridor de las
islas Galapagos. En uno de sus viajes a América, trajo este animal como
obsequio a su tierra natal, y desde entonces se convirtió en una de las grandes
curiosidades de la colegiata.
La colegiata y el castillo,
encaramado en la colina, forman un conjunto monumental difícil de olvidar.
Entre ambos parecen vigilar y proteger a Berlanga, regalando al visitante una
de esas postales que se quedan grabadas en la memoria.
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