Muchas mañanas veo a Isis
paseando el perro hasta que se sienta en el banco en el que, en “Puerto escondido”,
muere Jana Oncayo. Fantaseo pesando que vive en la Casa del Duque y le hago
protagonista del párrafo del libro de María Orduña.
"Descalza, abrió la
puerta principal de la Casa del Duque y se dirigió hacia su salida. El cielo
estaba despejado: iba a cuajarse, sin duda un día esplendido. (...) Atravesó el
estrecho pavimento de asfalto y entró en el parque del monumento al marqués de
Comillas. Dejó atrás el camino principal, arenoso y lleno de pinochas
desperdigadas. Avanzó un poco más y se sentó, por fin, en un banco de madera
que miraba hacia el cementerio de Comillas, teniendo a su izquierda, muy cerca,
una robusta y gruesa cruz de piedra que se asentaba sobre un sencillo pedestal,
y dejando, más lejos y sin prestarle la más mínima atención, el monumento
vertical al marqués de la ciudad".
Pero Isis no vive en la Casa del
Duque; ni siquiera el perro es suyo, simplemente la contratan para sacarlo a
pasear. Ahora hay más mascotas que niños. Isis, que durante años trabajó como
canguro, ve como las familias ya no la llaman para cuidar a los pequeños
mientras trabajaban o salen por la noche. Ahora le piden quedarse con el perro.
La tasa de natalidad en España ha alcanzado mínimos históricos; tener un perro
es más fácil y barato que criar un hijo, y algunos optan por tener mascotas
como un miembro más al que también hay que cuidar. Familias multiespecie las
llaman.
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