En lo alto de Berlanga de Duero se levanta una de las
fortalezas más imponentes de la provincia de Soria. El castillo, aunque hoy en
ruinas, conserva ese aire majestuoso que lo convierte en guardián eterno del
valle y de las tranquilas aguas del río Escalote. El conjunto monumental está
formado por los restos de la fortaleza tardomedieval (siglo XV), la fortaleza
artillera de época renacentista (siglo XVI), la muralla que ciñe el cerro en su
base (siglo XII) y el Palacio de los Duques de Frías (siglo XVI).
Su origen se remonta al siglo XV, cuando los condes de
Berlanga decidieron reforzar una fortaleza medieval ya existente desde tiempos
de los musulmanes. El resultado fue un castillo renacentista pensado para
resistir la artillería, con murallas robustas, torreones circulares y una gran
barbacana. Sus murallas y bastiones estaban pensados para resistir la
artillería, lo que lo hace distinto de otros castillos medievales de la zona,
pero a pesar de su carácter defensivo, nunca llegó a entrar en combate.
La subida hasta lo alto merece la pena: desde las murallas
se domina un paisaje amplio, donde Berlanga aparece a tus pies con su
colegiata, su plaza porticada y sus casonas blasonadas.
Entre piedras desgastadas y muros derruidos, la fortaleza
sigue siendo un símbolo de poder y memoria.
Visitar Berlanga de Duero es un viaje al pasado, y el
castillo es su mejor carta de presentación: un coloso de piedra que, aun herido
por el tiempo, sigue en pie para contarnos su historia.
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