Cuando a finales de primavera
salió el anuncio de Estrella Damm para este verano de 2025 "Lo mismo de
siempre", algunos pensamos que estaba hecho para nosotros, que podíamos haber
escrito el guion, que lo podía haber rodado Violeta Aparicio para Navaleno, o
Laura Pimentel para Comillas. Una oda a los pequeños placeres y tradiciones que
definen el veraneo. A veces, lo más valioso es "lo mismo de siempre":
esos momentos sencillos y repetidos que, año tras año, nos conectan con lo que
realmente importa.
"Lo mismo de siempre"
celebra la belleza de la repetición y la constancia en un mundo cada vez más
cambiante. En lugar de buscar experiencias nuevas y sorprendentes, el anuncio
invita a valorar y disfrutar de las tradiciones y momentos compartidos que nos
brindan estabilidad y bienestar, especialmente en tiempos de incertidumbre,
donde la rutina y la familiaridad para nosotros es fuente de felicidad.
El verano 2025 llega a su fin, y con él, nuestras pequeñas historias convertidas en postales. Año tras año, repetimos los mismos caminos, los mismos rincones, los mismos instantes que parecen sencillos, simples o repetitivos, rutinarios… hasta que los miramos en perspectiva y nos damos cuenta de que son los que realmente importan.
Como en el anuncio de Estrella Damm de este verano, “Lo mismo de siempre” no es monotonía: es la belleza de la constancia, la magia de lo que se repite y se convierte en tradición. Cada sobremesa compartida, cada puesta de sol admirada, cada paseo por calles conocidas, se transforma en memoria, en risa compartida, en un hilo invisible que nos une a quienes queremos.
Estas postales, capturadas entre fotos, notas y recuerdos, no son solo imágenes: son momentos que persisten. Momentos que nos recuerdan que, aunque el verano pase y la rutina regrese, lo que hemos vivido sigue con nosotros, intacto. Lo cotidiano se vuelve extraordinario cuando lo compartimos, y lo repetido se vuelve invaluable cuando nos conecta con quienes somos y con quienes amamos.
Así, cerramos esta serie de
postales con gratitud y una ligera melancolía que al algunos nos dura todo el año; desde San Juan hasta San Miguel: por los días soleados, las risas
compartidas y las tradiciones que, aunque se repitan, nunca dejan de
emocionarnos. Porque a veces, lo más valioso es “lo mismo de siempre”.
Mismas casas, mismas playas,
mismas actividades. Compartir sobremesas, disfrutar de la puesta de sol,
participar en fiestas locales… vivir experiencias que se han convertido en
tradiciones. Una repetición que no vivimos como monotonía, sino como una
celebración y conexión emocional.
Incluso, como dijo Laura Pimentel, cuando llenamos los coches con las maletas y cerramos la puerta hasta el año que viene. Tradición, momentos compartidos, nostalgia veraniega y la idea de que lo simple es valioso. Nos vemos al año que viene, en el mismo sitio, con la misma gente.
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