Un conocido que estudió en los Escolapios de Jaca decía que lo mejor del colegio era entrar teniendo la Peña Oroel como telón de fondo. Unas veces oculta bajo la boira otoñal, envuelta en el manto blanco invernal, o despertando al verde primaveral. Siempre mostraba un aliciente mientras esperabas las vacaciones.
Desde sus poco más de 1.700 metros de altura, la Perla del Pirineo a tus pies y vistas a toda la cordillera, a las sierras del prepirineo, a la Canal de Berdún, hasta el Moncayo.
En Zaragoza hay años que no tenemos primavera. Ya lo recitaba Labordeta en "Zarajota blues"
"Invierno de un estío brutal sin primavera,
y ese otoño dulcísimo
que afila las paredes de sus viejas murallas
cayéndose por todas sus ventana"
La primavera de este año se nos ha ido por las ventanas. Por ellas la hemos vivido y sufrido. Pero el verano nunca nos falla, cuando hace tres meses nada daba por hecho que este llegara para ser disfrutado. Y desde este blog pensamos disfrutarlo como siempre, desde el respeto que la situación exige.
El título que suena a eslogan de mediados de agosto se torna actualidad en la "nueva anormalidad" que nos toca vivir. Y los forofos dispuestos a disfrutar como si fuera el Mundial.
Aunque el "marxismo de Groucho" dejó frases lapidarias, muchas de las cuales ilustran a la lamentable clase política que padecemos, el del "materialismo histórico", entre otras, dejó la del "opio del pueblo". Y uno que ha hecho carrera de historia, donde casi todos sus profesores eran marxistas, tiene un postgrado en drogodependencias por la Complutense (ahí sí que son marxistas), y más de media vida trabajando con drogas (no piensen mal), como que se ve autorizado para recrearse con "el opio del pueblo", que ya no es la religión sino el disfrute del espectáculo deportivo. "Panem et circersen" dirán otros, pues dame pan, fútbol y llámame tonto, porque como lo hemos echamos de menos tras tres meses envueltos en malas y tristes noticias y donde todos los días eran iguales; al menos para los que no hemos sufrido las consecuencias.
Y como cuando hay Mundial, no tendremos un día sin fútbol, y un poco de baloncesto. Porque nos vamos a interesar por todos, los de 2ª División por supuesto; desde el Rayo Vallecano-Albacete de hoy, al Malaga-Huesca del viernes, y a partir de ahí a sumar. Todos los resultados se retroalimentan en la busqueda de la Primera División. Porque no queremos drogas depresoras, si nos tenemos que drogar (metafóricamente hablando, por supuesto) que sean con psicoestimulantes. Y porque queremos un Paseo Independencia con bufandas a mediados de julio.
Ya no se nos hará larga la semana en busca de un finde vacío. What is a weekend?.
Porque claro que lo primero es la salud (argumento generalmente esgrimido por el que ha tenido la nómina asegurada a fin de mes incluso teletrabajando poco), pero la salud se combina con factores bio- psico- sociales. Del mismo modo que los sanitarios no hubieran podido ejercer su labor sin las gentes del supermercado, las limpiadoras, los transportistas o la gente del campo. Para tener salud hay que comer. Y al espíritu también hay que alimentarlo.
En cuanto al fútbol, como empresa, igual que otras , se ha preocupado de organizarse desde el minuto 1 para funcionar. Ojalá todas pudieran.
Fue al decir Matthew Crawley que aprovecharía el fin de semana para hacer cosas diferentes, cuando la Condesa Viuda soltó aquello de ¿que es un fin de semana?
Tras dos mese largos de confinamiento donde pudimos preguntarnos eso de ¿que es un fin de semana?, la Fase 2 de la llamada desescalada que nos toca vivir nos permite recuperar el disfrute del momento y del concepto, aunque con prudencia, mascarillas, mucho jabón y distanciamiento.
Naturaleza, compañía, pueblos, pozas, calor, campos.... si ya tuviéramos el opio del pueblo del siglo XX, aunque fuera por radio, el fin de semana sería completo. El estado de ánimo echa de menos las victorias de Nadal o Valverde, los deseos de victoria de los que juegan contra el Madrid o el Barça, y las emociones que siempre aportan ser forofo del Zaragoza. Ya ves, el confinamiento no nos ha enseñado a ser más profundos en nuestras ilusiones.
