A orillas del Tajo, que al perder
la vista sobre sus aguas, tenemos que recordar que estamos en un río y no en el
mar, en el suroeste de Lisboa, se encuentra Belém, un barrio cargado de
historia lleno de evocaciones al pasado de las grandes exploraciones de Portugal.
Allí se levanta el majestuoso
Monasterio de los Jerónimos, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO
en 1983. Constituye uno de los principales ejemplos de la arquitectura
manuelina en Portugal y un homenaje a la época dorada de los descubrimientos,
pues Manuel I ordenó su construcción en 1514 para conmemorar el regreso de la
India de Vasco de Gama, y las obras se financiaron con los impuestos
procedentes de las colonias. Hoy es uno de los símbolos más reconocibles de
Lisboa.
A unos pasos se alza también el Monumento
a los Descubridores, un monumento moderno en forma de carabela que rinde
homenaje a los navegantes portugueses. Fue inaugurado en 1960, para conmemorar
los 500 años de la muerte de Enrique el Navegante, encargado por el régimen de
António de Oliveira Salazar. Tiene 52 metros de altura y celebra a los
marineros, patrones reales y todos los que participaron en el desarrollo de la
Era de los Descubrimientos. Los autores de la obra fueron el arquitecto José
Ângelo Cottinelli Telmo y el escultor Leopoldo de Almeida, que se encargó de
las esculturas.
La Torre de Belém debe
impresionar, pero tenemos la habilidad de visitar ciudades cuyas señas de
identidad se encuentran en restauración forradas de lonas y andamios. Una joya
de la arquitectura manuelina declarada Patrimonio de la Humanidad por la
UNESCO. Construida en el siglo XVI, servía como fortaleza defensiva y puerta de
entrada a la ciudad, desde donde partieron los exploradores portugueses para
establecer el que sería el primer comercio europeo en la historia con China e
India.
No se puede hablar de Belém sin
mencionar su delicia más famosa: los pastéis de Belém. Esta pastelería
tradicional, abierta desde 1837, guarda en secreto la receta original de los
famosos pastelitos de nata.
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