En “Annie” cantaban ”Con distinción, con selección tú
puedes vestir ¡Pero la elegancia se demuestra al sonreír!”. Pero en casa nos
decían que los zapatos dicen más de una persona que cualquier otra prenda. Un
calzado cuidado y limpio transmite elegancia, incluso aunque el resto de la
vestimenta sea sencilla. Un traje puede disfrazar, pero los zapatos siempre
delatan.
Nos encontramos a Paulino, limpiabotas, un oficio en
extinción, pues como todos ve y sufre como el calzado que se limpia, los zapatos,
apenas se restringen a ciertas personas y momentos. Transformado en Petronio, “árbitro
de la elegancia”, continúa contándonos que ni siquiera los momentos se libran
de las zapatillas. Puedes ir a una boda de traje y llevarlas. Cuanto daño hizo
Milikito cuando se convirtió en Emilio Aragón y se pudo traje corbata y
zapatilla blancas.
En Zaragoza, un establecimiento en el tubo, nos recuerda al “Limpia”,
y hasta hace poco veíamos a uno por las mañanas en la terraza del San Siro. Oficio en vías de desaparición.
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