lunes, 29 de septiembre de 2025

EL SANTO DEL DÍA: San Miguel


San Miguel es uno de los tres arcángeles junto a Gabriel y Rafael. Ángel de alto rango, un “jefe de ángeles”, con gran autoridad y poder, que sirve como mensajero de Dios para misiones de suma importancia.

Su nombre significa “¿Quién como Dios?”, un grito de combate contra la soberbia y el mal.

Jefe de las milicias celestiales, vencedor de Lucifer y de los ángeles rebeldes. Defensor de la Iglesia y de los fieles frente al Maligno. Guardián de las almas en el juicio final.

Su iconografía suele mostrarlo como un joven guerrero alado, con espada o lanza, venciendo al dragón/diablo bajo sus pies.

En Aragón, y especialmente en Zaragoza, San Miguel ha sido muy venerado desde la Edad Media, como intercesor en tiempos de guerra o crisis. Y En la zaragozana iglesia de San Miguel de los Navarros hay representaciones de San Miguel de todas las épocas.

En la portada de la iglesia hay una escultura barroca de San Miguel venciendo al demonio. Está situada en una hornacina en el remate de la portada. San Miguel aparece con armadura, espada desenfundada, en postura de ataque, y el demonio humillado bajo él.

El retablo mayor, obra de Damián Forment (siglo XVI), está presidido por una imagen de San Miguel Arcángel en actitud triunfante, con su espada levantada y el demonio a sus pies.


 

domingo, 14 de septiembre de 2025

POSTALES DESDE EL VERANO 2025: Lo mismo de siempre



Cuando a finales de primavera salió el anuncio de Estrella Damm para este verano de 2025 "Lo mismo de siempre", algunos pensamos que estaba hecho para nosotros, que podíamos haber escrito el guion, que lo podía haber rodado Violeta Aparicio para Navaleno, o Laura Pimentel para Comillas. Una oda a los pequeños placeres y tradiciones que definen el veraneo. A veces, lo más valioso es "lo mismo de siempre": esos momentos sencillos y repetidos que, año tras año, nos conectan con lo que realmente importa.

"Lo mismo de siempre" celebra la belleza de la repetición y la constancia en un mundo cada vez más cambiante. En lugar de buscar experiencias nuevas y sorprendentes, el anuncio invita a valorar y disfrutar de las tradiciones y momentos compartidos que nos brindan estabilidad y bienestar, especialmente en tiempos de incertidumbre, donde la rutina y la familiaridad para nosotros es fuente de  felicidad.

El verano 2025 llega a su fin, y con él, nuestras pequeñas historias convertidas en postales. Año tras año, repetimos los mismos caminos, los mismos rincones, los mismos instantes que parecen sencillos, simples o repetitivos, rutinarios… hasta que los miramos en perspectiva y nos damos cuenta de que son los que realmente importan.

Como en el anuncio de Estrella Damm de este verano, “Lo mismo de siempre” no es monotonía: es la belleza de la constancia, la magia de lo que se repite y se convierte en tradición. Cada sobremesa compartida, cada puesta de sol admirada, cada paseo por calles conocidas, se transforma en memoria, en risa compartida, en un hilo invisible que nos une a quienes queremos.

Estas postales, capturadas entre fotos, notas y recuerdos, no son solo imágenes: son momentos que persisten. Momentos que nos recuerdan que, aunque el verano pase y la rutina regrese, lo que hemos vivido sigue con nosotros, intacto. Lo cotidiano se vuelve extraordinario cuando lo compartimos, y lo repetido se vuelve invaluable cuando nos conecta con quienes somos y con quienes amamos.

Así, cerramos esta serie de postales con gratitud y una ligera melancolía que al algunos nos dura todo el año; desde San Juan hasta San Miguel: por los días soleados, las risas compartidas y las tradiciones que, aunque se repitan, nunca dejan de emocionarnos. Porque a veces, lo más valioso es “lo mismo de siempre”.

Mismas casas, mismas playas, mismas actividades. Compartir sobremesas, disfrutar de la puesta de sol, participar en fiestas locales… vivir experiencias que se han convertido en tradiciones. Una repetición que no vivimos como monotonía, sino como una celebración y conexión emocional.

Incluso, como dijo Laura Pimentel, cuando llenamos los coches con las maletas y cerramos la puerta hasta el año que viene. Tradición, momentos compartidos, nostalgia veraniega y la idea de que lo simple es valioso. Nos vemos al año que viene, en el mismo sitio, con la misma gente.









 



 

sábado, 13 de septiembre de 2025

POSTALES DESDE EL VERANO 2025: Desde el balcón

 


Sobre las callejuelas empedradas de Santillana del Mar, los balcones, firmes y generosos, muestran la elegancia de la arquitectura cántabra. Colgados de las barandillas, los claveles de aire, los tiestos y macetas aportan un aire fresco y vivo, suavizando la sobriedad de la piedra y la madera, y manifestando que, por muy turística y masificada que esté la villa de las tres mentiras, en cada casa late todavía un rincón de intimidad doméstica.

Desde uno de los balcones, una mujer se asoma a la calle. Observa a los visitantes que recorren el pueblo con la calma de quien está en su casa. En la calle es constante el murmullo de pasos sobre el empedrado, el trajín de las tiendas, de los restaurantes y hoteles que dan vida al casco histórico. Arriba, en cambio, reina la serenidad: los balcones son miradores discretos, espacios a medio camino entre la intimidad de la casa y la curiosidad por la calle.

La escena se repite a diario, como un cuadro costumbrista que define a Santillana del Mar. Refleja la vida pausada del pueblo: los comercios abiertos en las plantas bajas, el murmullo de pasos sobre el empedrado, la convivencia entre quienes llegan de paso y quienes habitan allí todo el año.

viernes, 12 de septiembre de 2025

POSTALES DESDE EL VERANO 2025: El cañón del Corro


La peregrina había recorrido ya muchos kilómetros desde Cóbreces aquel día. El empedrado de las cuestas de Comillas se le hacía duro bajo las botas, y al doblar la esquina de la iglesia de San Pedro, buscó un rincón donde descansar. Se sentó en la piedra húmeda, dejó el paraguas de cuadro escoceses apoyado a su lado y, junto a los soportales del antiguo Ayuntamiento, miró con calma la calle de los Arzobispos que se abría ante ella hasta terminar en la Casa Ocejo.

Frente a ella, oxidado y cubierto de grafitis, se alzaba un cañón, truncado en su base y clavado en el suelo a modo de bolardo. Parece más un recuerdo que un objeto útil, pero conservaba la solidez de lo que se ha mantenido en pie a lo largo del tiempo.

Recordó haber leído que en muchos pueblos costeros reutilizaban viejos cañones para proteger calles y plazas. Vestigios de un tiempo en que el mar traía tanto comercio como amenazas. Pensó en los marineros de Comillas, en los barcos que partían y regresaban con el Atlántico pegado al alma, en la necesidad de defensa cuando las costas no siempre eran seguras. Y eso que la peregrina no sabe que en el puerto había otros dos cañones que se utilizaban para amarrar los barcos. Hace años dejaron de ser bolardos y recuperaron su porte mirando al mar abierto.

Le sorprendió sentir una mezcla de abandono y resistencia en aquel objeto. Los grafitis lo habían ensuciado, pero seguía allí, firme, convertido en parte del paisaje entre el Corro y la plaza de la Constitución. Igual que los muros de piedra, igual que la iglesia.

La flecha amarilla pintada en la pared cercana, la que le marcaba de nuevo el rumbo hacia Santiago le recuerda que mañana hay que seguir. Guardó el móvil, recogió el paraguas y se levantó. Aquel cañón ya no defendía a nadie, pero seguía cumpliendo función de mojón del tiempo, recordatorio de que los caminos, los de mar, los de fe, los de piedra siempre se cruzan en algún punto. 


 

jueves, 11 de septiembre de 2025

POSTALES DESDE EL VERANO 2025: Paseando perros





Muchas mañanas veo a Isis paseando el perro hasta que se sienta en el banco en el que, en “Puerto escondido”, muere Jana Oncayo. Fantaseo pesando que vive en la Casa del Duque y le hago protagonista del párrafo del libro de María Orduña.

"Descalza, abrió la puerta principal de la Casa del Duque y se dirigió hacia su salida. El cielo estaba despejado: iba a cuajarse, sin duda un día esplendido. (...) Atravesó el estrecho pavimento de asfalto y entró en el parque del monumento al marqués de Comillas. Dejó atrás el camino principal, arenoso y lleno de pinochas desperdigadas. Avanzó un poco más y se sentó, por fin, en un banco de madera que miraba hacia el cementerio de Comillas, teniendo a su izquierda, muy cerca, una robusta y gruesa cruz de piedra que se asentaba sobre un sencillo pedestal, y dejando, más lejos y sin prestarle la más mínima atención, el monumento vertical al marqués de la ciudad".

Pero Isis no vive en la Casa del Duque; ni siquiera el perro es suyo, simplemente la contratan para sacarlo a pasear. Ahora hay más mascotas que niños. Isis, que durante años trabajó como canguro, ve como las familias ya no la llaman para cuidar a los pequeños mientras trabajaban o salen por la noche. Ahora le piden quedarse con el perro. La tasa de natalidad en España ha alcanzado mínimos históricos; tener un perro es más fácil y barato que criar un hijo, y algunos optan por tener mascotas como un miembro más al que también hay que cuidar. Familias multiespecie las llaman. 


 

miércoles, 10 de septiembre de 2025

POSTALES DESDE EL VERANO 2025: Posturas en la playa





Santander fue la primera ciudad que, a mediados del siglo XIX, anunció en los periódicos los baños de mar, también llamados entonces baños de ola o de oleaje. El Sardinero fue la primera playa de España a la que acudieron los miembros de las clases pudientes que eran las que podían permitírselo. Fue la reina Isabel II quien inició la costumbre aconsejada por los médicos, que veían muchos beneficios terapéuticos en el agua de mar. La reina, que tenía una enfermedad de piel, comenzó por ir a Barcelona y luego a San Sebastián, pero fue en Santander donde finalmente la moda arraigó.

San Sebastián acabó ganándole la partida a Santander durante la minoría de edad de Alfonso XIII, dado que su madre la reina regente María Cristina prefería la ciudad vasca por estar más próxima a Biarritz, localidad francesa donde veraneaba la realeza europea desde que la pusiera de moda la emperatriz Eugenia de Montijo.

La masificación de las playas españolas, sobre todo con el turismo europeo, se produjo avanzada la segunda mitad del siglo XX. A partir de entonces, las playas se convierten en escenario de todo tipo de actividades, en un espacio muy versátil, más allá de bañarse, o tomar el sol. Leer, mirar el mar, jugar al vóley, a las palas, a la petanca con bolas de colores o a la pelota, hacer surf, pescar …. O para los más atrevidos hacerse un “De aquí a la eternidad” a lo Burt Lancaster y Deborah Kerr

Si en los últimos lustros no hay ciudad que no tenga su carrera popular dominical, allí tenemos en la playa a los que las preparan, como si entrenaran para competir en los Juegos Olímpicos de París 1924 al son de “Vangelis”.

 Y ahora, muchas personas transforman la playa en un gimnasio natural y abierto, donde el entorno se convierte en parte esencial de la experiencia.  Durante mi paseo de todas las mañanas por la orilla, cada vez te encuentras a más personas que, con la brisa marina acariciando sus rostros y el rumor de las olas de fondo, practican yoga sobre la arena. Más allá, otras señoras hacían estiramientos, ejercicios de respiración o sencillas rutinas de gimnasia. Algunas se movían en silencio, concentrados; otros compartían sonrisas y saludos como si la playa se hubiera convertido, por un rato, en un gimnasio al aire libre.

Te sientes atraído por ese contraste entre la quietud de las posturas y la energía infinita del océano. El sonido de las olas acompaña los movimientos y  la arena exige un equilibrio que obligan al cuerpo a trabajar de otra manera. Ya lo dice María Eugenia: el  lugar es perfecto para escuchar al propio cuerpo, mientras la naturaleza te marca el compás.



 

martes, 9 de septiembre de 2025

POSTALES DESDE EL VERANO 2025: Atardece en San Vicente de la Barquera





Despedimos el día en San Vicente de la Barquera con un cielo encendido, como si el mar y las nubes hubieran pactado regalar su última postal antes de que la noche se adueñe del horizonte. En el brazo mayor de la ría en la que se convierte el río Gandarilla, las barcas descansan inmóviles sobre la arena húmeda, al capricho de las mareas y en espera de las horas de pesca. Ese atardecer se refleja tiñendo el agua de tonos rojizos y dorados. La silueta de la iglesia de Santa María de los Ángeles, junto al castillo vigilan desde lo alto la belleza pura de un lugar donde la tierra se funde entre el cielo y el mar.

Nos vamos a cenar a La Folía unas rabas y chipirones.


 

lunes, 8 de septiembre de 2025

POSTALES DESDE EL VERANO 2025: En el monte Corona





















En el  Monte Corona, muy cerca de Comillas encinas, robles, eucaliptos y pinares se mezclan en una gran masa forestal que cubre colinas y senderos. En lo alto del monte se encuentra la ermita de San Esteban, desde donde se disfrutan vistas espectaculares de la playa de Oyambre y de la ría de la Rabia y, en los días despejados, de los Picos de Europa.

Sorprende encontrar también un pequeño bosque de secuoyas, en medio de este rincón cántabro. No es tan extenso como el cercano de Cabezón de la Sal, pero se visita con más tranquilidad, sintiendo ese silencio que parece brota de los árboles y sin el agobio de aparcar en la carretera. Hace años íbamos a las secuoyas cuando no teníamos mejor cosa que hacer. De un tiempo a esta parte, redes sociales y demás publicaciones lo han popularizado y ya no tiene la misma magia.

Estas colosales coníferas, originarias de California, fueron plantadas a mediados del siglo XX. Sus troncos rojizos se elevan rectos hacia el cielo, y el silencio parece más profundo bajo su sombra. Uno se siente como en un bosque de película, en una versión cántabra de los parques nacionales americanos. El suelo está cubierto de agujas secas y la luz se filtra suavemente, creando un ambiente de calma absoluta.


 

domingo, 7 de septiembre de 2025

POSTALES DESDE EL VERANO 2025: Una mirada al paraíso


Desde que a un banco gallego, en los acantilados de Loiba, le escribieran en su respaldo "el mejor banco del mundo", es normal encontrar bancos con matrícula. Y este es nuestro favorito.

El mar se extiende hasta donde alcanza la vista, y las olas rompen en la costa llegando hasta el banco como un suave murmullo que acompaña el atardecer. La luz dorada del sol ilumina el prado y tiñe el cielo de tonos cálidos. Gerra siempre es un lugar que, si logras abstraerte de la terraza del hotel, invita a la calma. Un banco de madera, el sonido del mar, el verde de los prados y un horizonte que inspira… no hace falta más.


 


 

sábado, 6 de septiembre de 2025

POSTALES DESDE EL VERANO 2025: Turistas vs turistas


No hay nada que moleste más a un turista que el resto de los turistas, esos que masifican las zonas turísticas, y que tú te has dado derecho a disfrutar sin agobios pero que los demás turistas no te dejan, como si tuvieras patente de corso y el resto no. Si ya te das el título de veraneante, nivel distinto que el de turista, todavía te molestan más.

La playa de Comillas tiene una balaustrada que la recorre. La mitad de la balaustrada, hasta la Caracola y la Pérgola, separa el arenal de una explanada convertida en aparcamiento. Al menos, en su día, respetaron el antiguo secadero de redes. A partir de ahí aparece un paseo con pinos, palmeras y césped.

La señora de la Torre baja todos los días a la playa. Sale de la finca, atraviesa el pinar y las palmeras y accede al arenal. La señora de la Torre se ha vuelto activista este verano, al estilo Tita Cervera cuando defendía el arbolado del paseo del Prado. El ayuntamiento de Comillas quiere cargarse esta zona verde para ampliar el aparcamiento. Hay ayuntamientos muy torpes; como si con eso se solucionara el problema de saturación que le viene a Comillas que sigue creciendo y creciendo, edificando y edificando  en sus afueras hacia Ruiseñada, hacia Ruilobuca... La playa no va a crecer, tampoco los supermercados (¿para tres meses?), ni los servicios públicos. Esperemos que no la conviertan en Noja o Laredo.



 

viernes, 5 de septiembre de 2025

POSTALES DESDE EL VERANO 2025: El Partenón cántabro

























En pleno valle cántabro de Iguña, en el pequeño pueblo de Las Fraguas, se alza uno de los edificios más sorprendentes de la región: la Iglesia de San Jorge, popularmente conocida como el Partenón de Cantabria.

Seis columnas en la fachada, otras tantas rodeando el edificio, un frontón triangular y una simetría perfecta; todo un ejemplo de templo griego. Fue construido en 1890 por orden de los duques de Santo Mauro, sobre las ruinas de una antigua ermita medieval, como panteón familiar. Años más tarde, los duques lo donaron al pueblo para que funcionara como iglesia parroquial bajo la advocación de San Jorge.

El edificio es un magnífico ejemplo de neoclasicismo. Cuarenta columnas de orden corintio rodean el edificio, lo que le confiere una elegancia y monumentalidad que sorprenden en un entorno rural.

La iglesia se levanta sobre un pequeño cerro, con vistas al valle, muy cerca del Palacio de Los Hornillos, residencia de verano de los duques y otro de los atractivos de la zona. Construido entre 1897 y 1904 fue el lugar donde se rodaron los exteriores de la película de Alejandro Amenábar “Los otros”.