jueves, 6 de noviembre de 2025

POSTAL DE OTOÑO: El hombre gnomo

Nadie en el bosque sabía su nombre real, pero algunos murmuraban que aquel anciano de barba plateada era la reencarnación de David el Gnomo.

Cada mañana caminaba entre los pinos sin dejar huella, como solo los gnomos saben hacerlo. Caminaba despacio, con la paciencia infinita de quien ha vivido lo suficiente. Caminaba entre los pinos con una serenidad antigua, como quien vuelve a casa después de demasiado tiempo lejos.

A veces, mientras apoyaba las manos a la espalda, parecía luchar con un recuerdo casi desvanecido. No sabía si era un sueño o una vida anterior, pero en su corazón persistía la sensación de haber llevado alguna vez un gorro rojo y de haber comprendido el lenguaje de los animales.

Dicen que, si te cruzas con él, te hablará con voz baja, como para no perturbar el canto del bosque: “La prisa es cosa de humanos”, y que siempre se despide con un "Sé feliz."


 

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