A las afueras de Huesca, en lo
alto de una suave colina, escenario de leyendas, batallas y celebraciones
populares, se alza la Ermita de San Jorge. Se construyó para conmemorar la
Batalla de Alcoraz, librada en 1096 cerca de Huesca. Esta batalla fue clave para
las tropas cristianas, dirigidas por el rey Pedro I de Aragón al recuperar la
ciudad de Huesca del dominio musulmán, y la leyenda cuenta que en esa batalla
San Jorge se apareció en el campo de combate para ayudar a los cristianos. Por
eso, desde entonces, se le venera como patrón de Aragón. Y a pesar de esto, la
ermita sorprende su sencillez. Por estas tierras somos así. El actual edificio
fue construido en el siglo XVII.
En los alrededores hay zonas con
merenderos y pinares, muy frecuentadas por familias y grupos de amigos durante
todo el año. Pero cada 23 de abril, como hoy, en el día de San Jorge, el cerro
cobra vida. Desde primera hora de la mañana, cientos de oscenses suben
caminando hasta la ermita para celebrar su patrón. Se oficia misa, hay música,
actividades para niños y no falta la comida campestre entre amigos y familiares
bajo los pinares cercanos.
Estando solo a 4 kilómetros del
centro de Huesca, puedes ir andando o en bici. Y desde allí, y más si subes al
campanario, las vistas del perfil de la ciudad, los campos cercanos, el
prepirineo y más allá el Pirineo en el horizonte.