Esta noche, en la plaza del
Pilar, no podemos más que darle la razón al orador del Santo Encuentro cuando al
inicio de su homilía dice a los allí congregados que nunca es un Miércoles
Santo más, cada Miércoles Santo es único e irrepetible; es la novedad del amor,
por eso lleves uno o cincuenta, vienes con la misma ilusión que la primera vez.
Y uno, que pasaría de los
cincuenta encuentros, si no fuera por la pandemia (2020,2021) o los suspendidos
por la lluvia (2010, 2011, 2013, 2022), da testimonio de ello. Aquellos no
celebrados son irrepetibles hasta en el nivel de frustración causado. O el del
año pasado, a medio celebrar, pero que dejó estampas para el recuerdo con las
dos comitivas del encuentro intercaladas dirigiéndose bajo la lluvia a San
Cayetano.
Que decir de este, al que acudíamos
acobardados desde la fría noche del Martes Santo recordando el frio de 1996 y
2015, y que luego no ha sido tal. Porque en ningún otro lugar hemos pasado
tanto frio como en los encuentros de esos años. Por no hablar del predicador
don Pedro Sauras que, haciendo gala de su origen calandino, accede a la plaza
tocando su tambor del Calvario. Calandino y zaragocista; porque efectivamente “Gabi
no es nuestro salvador” pero me temo que aún tardaremos un tiempo en llenar
la plaza del Pilar celebrando el ascenso.
El Miércoles Santo es especial viendo
vadear el puente de piedra al Ecce Homo, y distinto desde que en su discurrir
hacia San Felipe, se cruza en la Plaza de la Seo con la Dolorosa al son de
carracas, timbales, bombos y tambores. Podría ser este momento un buen lugar
para la predicación del V dolor, algo que en el pasado ya se hizo. Bajo el balcón de la Maestranza es precioso,
pero el recoleto lugar, a pesar de ensayar este año una nueva disposición, se
ha quedado pequeño para una comitiva que este año superaba los 400
participantes. Sin olvidarnos del público, al que finalmente se le invita a desalojar.
Este público siempre será bien
recibido por las calles de la Magdalena donde nunca sobran. Viacrucis de la
Humildad, tan distinto en su cortejo a la noche del Domingo de Ramos. Jesús de
la Humildad es la única figura y se porta sobre andas. Opinión
personal; me gustó verlo con esa sencilla túnica blanca en el paso de misterio el domingo y que hoy era morada; también sin adornos. Me gustan más las tallas que las “de vestir”; El papa Francisco en su mensaje
para la V Jornada Mundial de los Pobres en 2021, dijo como "Jesús nos recuerda
que el primer pobre es Él, el más pobre entre los pobres, porque los representa
a todos." Vestido como lo vestimos, aquí y por otros lares, podemos
olvidar o no transmitir que “la pobreza de Cristo no es miseria, sino una
actitud de humildad y de disponibilidad hacia los demás; es compartir la suerte
de los más pobres.” (Papa Francisco, Mensaje para la Cuaresma 2014).
Desde 2016 cada Miércoles Santo pone
en escena un acto que ya forma parte del corazón de su Semana Santa: el traslado
del Cristo de la Expiración, “el Miñarro” que gusta decir a muchos, desde el
Pilar hasta San Cayetano. Un caminar íntimo, solemne, profundo. La cofradía de
las Siete Palabras, acompañada en
recogido silencio, lleva sobre sus hombros una imagen que conmueve por su
realismo. Sin estridencias, solo el solemne sonido de los Ministriles rompe el
silencio y el murmullo contenido de los que lo acompañan.
La imagen, aún en andas, cruza
lentamente el umbral del templo. Sigue sonando al viento los instrumentos hasta
que se da paso a una coral entre cirios y velas. El Cristo es alzado con una
delicadeza emocionante. Como si flotara. Y con este acto sencillo y solemne,
el Miércoles Santo parece detenerse, aunque sea por un instante.
El Miércoles Santo de 2025 ha
tenido un significado muy especial para los miembros de la Cofradía de la
Coronación de Espinas, que este año celebran su 75º aniversario con una
procesión conmemorativa desde San Cayetano hasta San Felipe, recreando su
primera salida con el mismo número de participantes de entonces. Y como en
aquel año de 1951 no había cruz in memoriam, pero se quería tener presentes a
aquellos que nos dejaron, en el exorno floral del paso de la Coronación se integraban
cintas con el nombre grabado de los que ya no están. Un bonito detalle nunca visto.
Por eso, volviendo a frases de la
predicación del encuentro sobre lo que puede pensar alguno que el Miércoles
Santo “visto uno visto todos”. Aunque el incienso se eleve como cada año y las
túnicas repitan sus colores de siempre, que no es el caso; aunque las mismas
calles se vistan con los ecos del tambor y el silencio; aunque parezca que todo
se repite... Aunque creas conocer de memoria los pasos, aunque tus pies ya se
sepan de memoria las esquinas del recorrido…. Aunque puedas haber crecido con todo
esto o llegar por primera vez. Siempre, siempre, hay algo nuevo que sentir.
Es lo que sentiría de poder
acercarme al barrio Oliver al viacrucis de la Llegada. O al acto de la Amargura,
en la plaza de San Roque con la cofradía de la Humillación; y cerca de allí
encontrarme con las Negaciones en su largo callejeo desde Miralbueno a San
Cayetano.
El Miércoles Santo no se repite,
se renueva.
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