Hay lugares que parecen salidos de un sueño, y Orbaneja del Castillo es uno de ellos. Enclavado en un cañón tallado por el río Ebro, este pequeño pueblo de las Merindades, en la provincia de Burgos, vive con el rumor constante del agua. Nada más llegar, lo primero que ves es la cascada que atraviesa el pueblo. El agua brota con fuerza desde una cueva en lo alto y se precipita entre las casas de piedra, formando un paisaje que parece más propio de un decorado cinematográfico que de un rincón rural de Castilla
Subes por las calles empedradas de un pueblo que conserva uno de los conjuntos de arquitectura popular, con sus balcones de madera y flores, que junto a la cascada confieren a Orbaneja del Castillo como uno de los lugares con mayor encanto y personalidad del norte de Burgos. Las casas son de evidente traza montañesa, como no podía ser de otro modo dada la proximidad geográfica de Cantabria.
En Orbaneja del Castillo convivieron durante siglos mozárabes, cristianos y judíos. De la presencia de estos últimos y su famosa aljama tan sólo queda el recuerdo en algunos nombres de calles.
El pueblo se recorre pronto y en ningún momento puedes abstraerse del ruido que provoca la cascada que nace en el mismo centro de la localidad. Sus cristalinas aguas brotan en la base de la Cueva del Agua, caverna que se abre en el cantil rocoso que preside el pueblo, y que lo divide en dos partes: Villa y Puebla, condicionando por completo la vida de sus gentes.
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