La playa del Pavillon Royal es la
más larga de Bidart con más de un kilómetro de arena blanca a la que solo se
puede acceder a pie, con la bruma levantándose despacio entre los acantilados verdes,
para ofrecerte todo lo que le puedes pedir a una playa: naturaleza, baños,
paseos, deporte, surf, relax….
Nada como empezar el día con los
pies descalzos y la brisa del Atlántico acariciando la cara. Paseantes y los
primeros surfistas aparecen antes de que el sol se asome a una playa aún
tranquila, sin masificaciones. Unos hacen yoga, otros calientan antes de
ponerse el neopreno y lanzarse a las olas.
A media mañana, la playa se llena
de vida, de toallas, esterillas y sombrillas. Hay suficiente espacio para
tumbarse con tranquilidad; incluso para hacer nudismo sin que nadie se sienta
molesto. Familias, surfistas, parejas con sombrillas improvisadas, algún grupo
de amigos con guitarras… todo fluía al ritmo lento que exige el verano.
Te bañas, tomas el sol, lees, o
simplemente miras el infinito, entre caminatas hacia el sur en dirección a
Guéthary o hacia el norte, con Biarritz al fondo y la silueta del Rocher de la
Vierge.
Llega el atardecer; el sol, cada
vez más bajo, empezó a teñirlo todo color rosado mientras se pone directamente
sobre el mar. No es solo un momento del día, para algunos es una ceremonia.
Nadie tiene prisa. Las conversaciones bajan el tono. Todo se ralentiza mientras
el sol se funde con el mar.
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