domingo, 20 de julio de 2025

POSTALES DESDE EL VERANO 2025: Detalles de Calatañazor

 


























De Calatañazor ya hemos enviado muchas postales de otros veranos. Ahí sigue, porque Calatañazor no es un decorado: es un pueblo vivo que ha sabido conservar su alma. Aquí no hace falta imaginar el pasado porque nunca se ha ido del todo.

Las calles son de piedra, estrechas y empinadas  se deslizan entre casas de adobe, madera y piedra, muchas con tejados combados por el peso de los inviernos sorianos. Las chimeneas cónicas, de formas curiosas, parecen salidas de un cuento antiguo. Las puertas bajas, los balcones de madera y las vigas al descubierto cuentan sin hablar historias de una vida sencilla, austera, pero también dura.

En lo más alto, dominando el caserío, se levantan las ruinas del castillo. Sus muros, hoy gastados por el viento, recuerdan su papel como vigía en tiempos convulsos, cuando los reinos cristianos y musulmanes disputaban estas tierras. Desde allí, la vista es asombrosa: se extiende el Valle de la Sangre, llamado así por la legendaria batalla en la que, según la tradición, Almanzor fue derrotado. "En Calatañazor perdió Almanzor el tambor", reza el dicho popular.

A un lado del pueblo se alza la iglesia románica de San Juan Bautista, sobria y hermosa en su sencillez. Sus muros parecen proteger más que encerrar, y en su interior se respira esa atmósfera recogida de los templos rurales, donde el tiempo parece suspenderse. Cerca, al borde del barranco, algunos bancos invitan al descanso, y uno puede quedarse allí, en silencio, oyendo solo el viento y el rumor lejano del río Abión, desde donde hemos llegado, a su paso por Muriel de la Fuente, tras un helador baño.


No hay comentarios: