Frente al mar, el viejo edificio
de piedra parece brotar de la arena, con su arquitectura señorial y sus
barandillas de hierro forjado desgastadas por la sal y el viento. Ahora, en
pleno verano, rodeada de mansiones de estilo historicista y sus torres puntiagudas,
acoge la más elegante “garita” de la Cruz Roja que uno puede encontrar en su
devenir playero. Por algo está en la Concha de San Sebastián. Elegancia y
cotidianidad.
En la arena, la vida playera
transcurre con calma, de bandera verde: un socorrista desciende por la
escalinata, un niño juega con su padre cerca del agua, y una toalla olvidada
ondea débilmente al viento.
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