Este es el título que desde hace 19 años le ponen a las Jornadas Micológicas de Navaleno.
Una buena excusa para acercarnos al pueblo de veraneo y disfrutar de sus gentes, bares bosques y naturaleza desde otro estado de ánimo. El caso es que no hace tiempo de setas. Ni de Todos los Santos ni de cementerios. Si Sabina cantara aquello de que "el otoño dura lo que tarda en llegar el invierno", habrá que decir que este año 2011 el que se lo está tomando en calma para llegar es el otoño. Tan en calma que las setas andan despistadas y este año no han llegado a su cita.
Primero aclarar que no soy entendido en el tema, y que el hongo que más me gusta es el champiñon. Aun así, si salgo al bosque, me da para distinguir entre un rebozuelo, un niscalo, un boletus y una amanita muscarea. Pues nada de estas hemos visto. Ni de estas ni de ninguna otra. Ni siquiera la que nacen en las moñigas de las vacas. Cosas de la pertinaz sequía que nos acompaña desde el verano. Solo en los jardines que se mantienen regados podías contemplar algún ejemplar.
Por no haber no había ni coches por los arcenes de las pistas. Por lo cual con una mañana para sacar la cesta de mimbre era suficiente para darte cuenta del estado de la situación. Casualidad también que este año haya sido el primero en el que había que sacar licencia para la recolección (5 euros el fin de semana). Pero la labor de la Asociación Micológica de Navaleno nos llena el puente de Todos los Santos (repito, de todos los Santos) de feria y exposiciones, degustaciones, rutas guiadas, concurso de fotografía y conciertos por el bosque. Y así no nos olvidamos de que estamos en "Tiempo de Setas".
Lo de los conciertos por el bosque, "Sinfonía de setas", es una de las actividades más especiales y singulares de estas jornadas. Nos concentramos en la plaza del ayuntamiento a las 11,30 horas para tomar alguna ruta hacia el bosque que lleven a los vecinos hasta el lugar desconocido del concierto.Algunos miembros de la asociación hacen las tareas de guías y conducen al grupo hasta su destino final. En el trayecto, alrededor de media hora, hay tiempo para comentar sobre algunos parajes del término sobre los que se va cruzando, analizar algunas de las setas que se encuentran cercanas al camino o repasar el herbolario con plantas que resultan conocidas. Y poco a poco vas oyendo las primeras notas del concierto que te anuncia donde se encuentran los músicos. Este año hemos disfrutado de la Banda de Duruelo o de la guitarrista Elena de Nicolás.
Y cuando acaba el concierto de vuelta al pabellón donde cada día un restaurante de la localidad colabora en la degustación de pinchos micológicos. Y es que además de buena materia prima, se cuenta con unos estupendos restaurantes especialistas en la materia: El Maño, La Lobita y el Hachero. Si vas por ahi intenta sacar días para poder ir a los tres.
Pero no solo de setas se vive en este puente de Todos los Santos. También es tiempo de recuerdos del verano, de volver a cabalgar en bicicleta por un otoñal Rio Lobos bajo la niebla, de cafes en el PinoCopa.... Regreso al pasado (tres meses atrás).
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