A
mediados de siglo XIX la playa del Sardinero de Santander atrajo a la alta burguesía
convirtiéndose en lugar de recreo saludable, como acontecía en otros ciudades
costeras de España y Europa. Esta actividad balnearia trae consigo un gran
cambio en las costumbres sociales y culturales de los veraneos de la época que
motiva la aparición de nuevas edificaciones e infraestructuras, así como la
puesta en marcha de distintas vías de comunicación que unen El Sardinero, hasta
entonces prácticamente aislado, con el centro de Santander.
Con los Baños de Ola Santander se compara con otras
modernas ciudades balneario costeras europeas, como Biarritz, Cannes o Niza,
algo que aumentará cuando, a comienzos siglo XX, Alfonso XIII durante 17 años
consecutivos veranea junto a toda su familia en el Palacio de la Magdalena. Aumentó
así la edificación en la zona para alojar a la aristocracia y la burguesía que
imitaba las costumbres reales, precisando también lugares para el ocio y la
diversión. El Hotel Real y el Gran Hotel de El Sardinero acogerán a los más
distinguidos veraneantes. También se encontraban en la avenida de los Hoteles
otros establecimientos hoteleros como el París y el Roma. El Real Club de
Tenis, el Gran Casino de el Sardinero o el Hipódromo de Bellavista eran lugares
de encuentro, frecuentados tanto por las clases más altas como por la recién
acaudalada burguesía deseosa de relacionarse con la aristocracia.
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