Mientras que los jefes de estado tienen cumbre en la fría Bruselas, desde donde los poderosos quieren que todos seamos iguales ( para lo que quieren ), nosotros nos vamos a pasar el primer fin de semana de la semana de los puentes a Alicante.
Nos quieren quitar a los españoles "los puentes", como si todos los paises fueramos iguales. La terciarización de la economía y de la sociedad española queda clara tanto en el producto interior bruto (67%) como en la tasa de empleo por sectores (65%). Y Los ingresos obtenidos por el turismo permiten equilibrar la balanza de pagos. Con lo cual, nuestra economía no sufrirá tanto si como dicen se paraliza el país a nivel productivo y el que pueda se va de puente (o se queda en su ciudad o va al cine, de bares, de museos o se queda en casa haciendo macramé). O sea, que los alemanes tengan una semana como la que disfrutamos con los puentes de la Constinmaculada será algo que su supereconomía productiva no se pueda permitir, pero nosotros a lo mejor sí (palabras escritas desde la más absoluta ligereza ignorancia económica, pero que a mi me hace feliz pensando así, si no fuera por los 5 millones de parados a los que vamos encaminados.). A los hosteleros, dueños de casas rurales, bares, restaurantes, tiendas de regalos y de souvenires no creo que les haga ninguna gracia eso que apuntan los de la CEOE de liquidarse ciertos puentes. Además, en cuanto los alemanes pueden se vienen a España. Por algo será.
Y el ejemplo más claro de ese "por algo será" lo tenemos esta semana. Ciudades como Madrid y Barcelona se llenan de gente para callejear por sus calles, visitar sus museos, tiendas y sus mercadillos navideños. El que haya querido y podido se habrá ido de casas rurales o a esquiar a la montaña (poca nieve este año, pero otros con las pistas a tope). Y quien haya apostado por localidades costeras, habrá podido disfrutar de autenticos días de playa en pleno diciembre. Eso solo pasa en España. "Spain is different». Y a mi me encanta, por mucho que este fuera un lema franquista que el mismo Fraga promoviera como campaña destinada al turismo exterior promocionando la diversidad de paisajes y el exotismo español. y por mucho que esta frase se utilice de forma paródica, incluso con tintes desencantados y fatalistas, como un indicador de la anormalidad y excepcionalidad de la situación política de España frente a las democracias de Europa Occidental.
Alicante, a la que ahora se llega con comodidad gracias a la autovía mudejar, no es una ciudad que me guste mucho, salvo su puerto, la Explanada de España, y la compañía de los López. Pero he de reconocer que en los últimos años está cambiando a mejor, especialmente por la recuperación de su casco viejo, en otros tiempos oscuro, insalubre y poco recomendable para andar a ciertas horas, y que ahora se puebla de terrazas, bares, restaurantes y tiendas al más puro estilo mediterraneo. Si a ello unimos el clima y una vegetación de lo más exótica con sus enormes palmerales y ficus de impresión, nos encontramos con una ciudad agradable para pasar el invierno (el verano no lo tengo tan claro).
El fin de semana se llena de contrastes. Si la mañana la pasas en la playa, el paseo de la tarde se llena de evocaciones navideñas, con los adornos, los villancicos y los puestos callejeros del mercado navideño entorno a la pista de patinaje que ponen en la plaza del Ayuntamiento.
Por cierto. El tranvía está instalado desde hace años. Y en vez de cicatrizar el centro de la ciudad, sirve para trasladar a la gente entre los barrios periféricos y recorrer el litoral.
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