Un cura me dijo de crío que había que levantar la vista al cielo, que mirando al suelo nos perdíamos la belleza que nos rodea, incluso en la ciudad. La calle Palomeque de Zaragoza es un ejemplo. Calle peatonal y corta en la que si elevas la mirada en dirección a la Plaza de San Roque, te encuentras con la conjunción de tres edificios singulares y distintos: la torre del reloj del antiguo Banco de Aragón de 1951, el edifico de la Adriática de 1948 y la iglesia de la Mantería del siglo XVII
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