jueves, 12 de octubre de 2023

ESTAMPAS BATURRAS: La dama del quitasol

 


La dama, cansada de su vida inmóvil en el cuadro de Goya, le quitó el quitasol al mozo que le cortejaba, y se escapó del lienzo. Con un suspiro de libertad, se presenta en las fiestas del Pilar vestida de flamenca, su quitasol en mano, dispuesta a explorar una nueva vida. Hoy no es un simple retrato; se ha convertido en la protagonista de su propia historia, la dama que se negó a ser prisionera de un marco.

ESTAMPAS BATURRAS: Entre flores y más flores

 

Entre colores y fragancias, un hombre se encontraba perdido en un laberinto floral. Las flores se alzaban como muros naturales que ocultaban el camino de regreso. Cada paso que daba lo llevaba más adentro en este océano de pétalos, y él se volvía parte de este jardín encantado. El tiempo se detuvo mientras él se perdía cada vez más entre las flores, convirtiéndose en una postal de la ofrenda eterna.


ESTAMPAS BATURRAS: Pilarica forever

 


El estandarte y la foto  lo dice todo.  Versión reducida del Himno a la Virgen. 

Este pueblo que te adora, de tu amor favor implora

y te aclama y te bendice

abrazado a tu Pilar.

Abrazado a tu Pilar,

abrazado a tu Pilar.

Pilar sagrado, faro esplendente,

rico presente de caridad.

Pilar bendito, trono de gloria,

Tú a la victoria nos llevarás.

Tú a la victoria nos llevarás.


ESTAMPAS BATURRAS: Flores en si misma

 


En el jardín de la ofrenda hay quienes llevan flores para embellecer el manto. Pero también están aquellos que, sin necesidad de recoger pétalos ajenos, son la flor misma, esparciendo fragancia y color a su paso. Su esencia resplandece recordándonos que la verdadera flor siempre florece en uno mismo. 


ESTAMPAS BATURRAS: Espera con paciencia


La anciana aguarda con serena paciencia su turno en la ofrenda. Sostiene en sus manos un bastón y un ramo de flores mientras observa, ocultando la mirada con sus gafas, a los jóvenes con sus coloridos atuendos y las gaitas y tambores de su tierra. La vieja a ratos sonreía con ternura. Sabe que su turno llegará. Ya le queda poco y la paciencia es su virtud, y en esa espera serena, encuentra una profunda gratitud recordando todas las ofrendas que ha vivido y las que aún, espera, le quedan por vivir.