martes, 24 de marzo de 2020

CARTAS COFRADES 2020-XII: 25 años de costaleros

Hubiera sido un buen día para disfrutar de la exposición fotográfica con la que se nos recuerda los 25 años de costaleros en Zaragoza. No hubiera trabajado por la tarde, tampoco hubiera tenido ensayo y las jornadas culturales habrían concluido. Hoy no trabajo, no hay ensayo, las jornadas terminaron antes de tiempo y la exposición, la conmemorativa que no puede faltar en un "cuaresmeo" que se precie, ni siquiera llegó a inaugurarse. No se si las fotografías seguirán colgando de las paredes del Centro Joaquín Roncal. Ojalá sí y nos estén esperando. De momento nos esperan en el siguiente enlace: 

https://www.facebook.com/pascual.soria.75/videos/2548037175518530/

La historia de la Semana Santa zaragozana está jalonada de diferentes hitos que consiguieron modificarla en unos casos o revitalizarla en la mayoría de ellos. La aparición de los pasos a costal en la "Eucaristía" primero, seguido por la "Humildad" dos años después, y desde hace tres en una agrupación de la parroquia de San Valero, es el último gran fenómeno que aúna dichas capacidades, modificar nuestros desfiles y revitalizar y enriquecer nuestra Semana Santa. Un fenómeno, como otros venidos desde otras tierras (como el tambor y el bombo), que se suma a nuestras celebraciones  y construyen ese eclecticismo armónico y singular de nuestra "Semana", donde la unión de tantas manifestaciones  juntas y diferentes es difícil de encontrar en otras geografías.

Fue una pena, una más (este año con catorce estaciones, siete dolores, siete palabras, cinco lágrimas, tres caídas.... hacemos corto), perdernos la mesa redonda promovida por la Junta Coordinadora, aunque ya el 1 de febrero si que tuvo lugar una tertulia sobre la efeméride. Podemos complementar estos actos con la presencia en el suplemento del domingo del Heraldo de Aragón y la lectura de los artículos de la revista de la Junta Coordinadora con tal fin.

Gracias a estas cofradías hemos visto andar a los pasos y verlos rodeados de todo un complejo cortejo de acompañamiento, con algunos elementos en algunos casos desconocidos por estas tierras, en otros recuperados, como las bandas de música.

Para algunos, gracias a estas cofradías nos hemos acercado a un mundo cofrade y procesional totalmente desconocido. Distinguimos mejor las partes de un paso, sabemos lo que es una trabajadera, un costero, un patero, como y porque se pone un costal, que no se procesiona igual un paso de misterio que uno de palio. Y acompañar una procesión de chicotá en chicotá, "cangrejeando por estrechas calles. Y nos familiarizamos con frases como "todos por igual, ¡valientes!", "al cielo con Él" o "pararse ahí"..... y toda la mística que le rodea.

Pero lo más importante de todo es que, para muchos personas, llevar los pasos a costal ha sido encontrar la mejor manera de ser cofrade y ser mejor cofrade. Para algunos por primera vez, para otros, experimentados ya con otras manifestaciones de nuestras cofradías, complementando la que ya disfrutaban o simplemente renovándose como cofrades ante ilusiones perdidas. No podemos olvidar que muchos de los que ponen sus pies a Cristo, o a María pertenecen a otras cofradías. Esto último no deja de ser un enriquecimiento de nuestra Semana Santa al crear lazos de unión entre personas. Lastima que a algunas de ellas les gusta tanto esto que terminan por irse a seguirlo viviendo por otras latitudes

Lo explica mejor Enrique Martínez, al que me encanta en estas cartas poner entre comillas porque siempre nos da "luz": la fuerza del costal está "en la solidaridad del grupo, en la tarea compartida. Más aún; en el esfuerzo y sudor compartido que crean lazos de unión, una camaradería difícil de explicar... " .

Es cierto que la aparición de estos mencionados complejos cortejos procesionales ha obligado a modificar ciertas costumbres que repercuten en el Santo Entierro tal y como lo hemos entendido. Pero bueno, nada es para siempre desde tiempos de Heráclito.

Termino con unas palabras de Javier Barco, insigne impulsor de la costalería,  en el citado artículo del Heraldo "La siguiente generación de capataces tendrán que tener su acento propio y no copiar lo que hacen en Sevilla. Sería interesante ver como surgen formas propias de marcar el estilo e, incluso, de jerga para dar las órdenes o de utilizar el llamador" .


Nuestra Semana Santa es experta en "customizar".  Gracias por acercarnos otra forma de sentir.

1 comentario:

Loís dijo...

Para mí es empobrecer, copiar lo que no es nuestro, fingir ser algo que no somos (ni hemos sido nunca). Ahora, y desde hace unos años, que somos de Interés turístico Internacional, con mayor razón deberíamos luchar por buscar y (re)encontrar nuestra propia identidad, y ahí en mi opinión, Junta Coordinadora debería decir algo. Una identidad propia y común además, para todas las cofradías y hermandades, porque si cada una copiara lo que quisiera de cualquier otra Semana Santa, acabaríamos siendo solamente una mala y barata copia de otros, pero no seríamos nada, sin personalidad ni valor propios ninguno.