Los que escribieron la guía que nos compramos para nuestro primer viaje a Roma no debían tener entre sus preferencias a la Fontana de Trevi. Apenas le dedican, bajo una minúscula foto, un pequeño párrafo que se inicia así: "Muchos de los visitantes que se agrupan alrededor de la fuente para echar sus monedas creen que la Fontana de Trevi ha estado en Roma desde siempre, lo cierto es que se trata de una obra relativamente reciente".
El caso es que Agripa, construyó un acueducto el 19 a.C que llevó el agua hasta ese lugar, y que el aspecto actual de la monumental fuente que nosotros admiramos se concluyó en 1762. Vamos, desde luego relativamente reciente si lo comparamos con otros atractivos romanos.
Con "la fontana" pasa como con el Panteón (ya vemos que unidos ambos por Agripa), impresiona siempre que te topas con ambos monumentos callejeando. Es más grande de lo que imaginabas o recordabas. Y siempre llena de gente. A cualquier hora que vayas hay personal, aunque si aciertas con esas "ambiguas horas que mezclan al borracho y al madrugador", es posible que puedas hacerte una foto sin gente alrededor.
El personal no necesita de guías para saber que la Fontana de Trevi es lugar imprescindible para incluir en los paseos por Roma. Y ya que hemos nombrado a nuestra guía, decir que tras caerle un diluvio universal terminó acartonada, como si hubiera acabado dentro la propia fuente con la mismisima Anita Ekberg.
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