La piazza Navona tiene un poco de todo lo que se busca en Roma. Reminiscencias del pasado imperial, arte barroco,iglesia católica, rivalidades artísticas, restaurantes y cafeterías, pizzas, helados y tartufos, jugueterías y castañeros, fuentes y obeliscos. El omnipresente e imperfecto suelo adoquinado y espacio, mucho espacio, para pasear, contemplar y disfrutar.
Ese espacio corresponde a lo que en su momento fuera el stadium de Domiciano y es en el siglo XV cuando se urbaniza como la gran plaza que disfrutamos, y nos hace recurrir, una vez más, a las novelas de Santiago Posteguillo para situar en la historia al cruel emperador. Pero la plaza nos habla de más historias, como las que cuenta la Fuente de los Cuatro Ríos y la rivalidad entre Bernini y Borromini.
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