El último fin de semana de agosto se disfrazó de otoño. Tanto que hasta la nieve se posó en las cumbres del norte peninsular, y así los Picos de Europa se exhiben hacia las aguas del mar Cantábrico como pocas montañas lo pueden hacer en la península. Solo fue una travesura en el calendario; en ese calendario que llegado al 1 de septiembre muchos dan al verano por concluido cuando aún queda mucho por disfrutar. Y si no al tiempo.
Parece que se desea que acabe el verano, o que comience el invierno o la primavera para que de nuevo comience el verano. Al otoño sin embargo, con el encanto que tiene, nunca se le espera.
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