"Aquí hizo un alto en su glorioso vuelo,
un águila de espíritu romántico
que atravesó el desierto del Atlántico
entre el asombro del mar y el cielo.
Fue el Pájaro Amarillo, cuya hazaña
tuvo al mundo en suspenso, conmovido,
hasta que el ave audaz encontró un nido
en aqueste solar de la Montaña.
Y al posarse magnífica y serena,
al dejarse caer sobre la arena,
después de domeñar tanta distancia,
al besar estas costas españolas,
dijo el mar de Comillas en sus olas,
loor a la aviación, honor a Francia".
Jesús Cancio
Siempre hay motivos para pasear por la playa de Oyambre. Buscar el monolito que conmemora el primer aterrizaje de un vuelo transoceánico en suelo español era una excusa pendiente hace tiempo, y deuda recordada todos los desayunos bajo la foto de la asombrada y curiosa chiquillería alrededor del "Pájaro Amarillo".
En plena época de grandes gestas de
la aviación, allá por la década de los años 20 del siglo pasado, tres aviadores
franceses deciden volar desde Estados Unidos hasta Francia para ser la cuarta tripulación que logre cruzar el océano
Atlántico y los primeros europeos en hacerlo. Entre 1920 y 1927 más de 100
hombres murieron en el intento de cruzar en avión el Atlántico hasta que en
1927 se lograra en solitario.
Pero los pilotos del ¨Pájaro
Amarillo” aterrizaron donde no estaba programado el 14 de junio de 1929. Un
aterrizaje forzado y de emergencia en la playa de Oyambre, España, por falta de gasolina debido al peso causado
por el primer polizón aéreo. A pesar de que no llegaran al aeropuerto en París, tal y como tenían previsto, habían logrado su hazaña.
En el tremendo arenal de Oyambre fueron recibidos por los veraneantes, que dieron aviso telefónico a quien
correspondiera y acogieron a los pilotos en sus casas. Al día siguiente
llegaron a Comillas corresponsales de todo el mundo para entrevistar a los
aviadores.
Un monumento, ya instalado en
1929 sigue rindiendo homenaje a los tres primeros pilotos franceses que
lograron sobrevolar el Atlántico y aterrizaron en España. Ubicado
originariamente sobre la arena, el envite de las mareas y temporales ocasionó retirarlo
en 2011, siendo ubicado en el pasto más cercano en 2018. El desconocer este intervalo de ausencia hizo que fracasaran por mi parte varios intentos de
encontrarlo en anteriores veranos. La playa es grande, tanto para acoger, sin
molestarnos, a paseantes, bañistas, surfistas, bicicletas, cometas, todoterrenos……
, pero no tanto como para no encontrarlo sin motivo, aunque era la fantasiosa excusa que me ponía para volver.
Pero lo dicho, siempre es un
motivo pasear por la Playa de Oyambre, aparcar el coche en la Rabia, descender
por la ría, bordear la duna, recorrer el arenal hasta el cabo de Gerra, subir
la colina, ver atardecer y descender por
la senda peatonal de la carretera hasta el aparcamiento de la Rabia.
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