La familia Costa va de estreno este año. Por fin el padre ha podido conseguir la máscara Snorkel del Decathlon. Llevaba años detrás de ella, pero no se la dejaban comprar; le decían en casa que a donde iba llamando la atención con semejante cacharro estrafalario a sus años. Hasta la pidió para "Reyes", pero con el mismo resultado que cuando pedía la bici de crío. No había manera. Año tras año tenía que conformarse con el tubito y las gafas de toda la vida para explorar las profundidades del fondo submarino. O por lo menos eso es lo que se imaginaba hacer cuando buceaba, creyéndose Jacques Cousteau, a escasos metros de la playa.
En los últimos veranos se han hecho cada vez más populares las máscaras esas, viéndose por doquier. Que alegría se llevó el señor Costa cuando por fin se la regalaron a finales de agosto, cuando las ofertas ponen a buen precio los artilugios veraniegos a fin de temporada. Y no solo compraron una. Será que la familia que bucea unida se mantienen unida, y ahí ves a la reticente de su mujer siendo la primera que se sumerge en las cristalinas aguas del Cantábrico.
Los océanos son el 71% del planeta. Su riqueza y diversidad es tal que, tan solo buceando en las habituales zonas de baño, la variedad de peces de todos los tamaños, vegetación y formaciones rocosas te muestran todo un mundo escondido pero a tu alcance. Solo se requiere un tubo y unas gafas y una bajamar tranquila durante una mañana soleada.
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