Entre Comillas
martes, 16 de diciembre de 2025
CALENDARIO DE ADVIENTO: Jamones y fiambres
lunes, 15 de diciembre de 2025
CALENDARIO DE ADVIENTO: Amigo invisible
A regañadientes participaba en “varios
amigos invisibles”. Estaba cansado de “amigos invisibles”, de “elfos traviesos”,
de “grinch” de Frosty, de "Rudolph se llama el reno" y demás personajes importados de la cultura anglosajona. Era de los
que pensaba que si Charles Dickens había dado forma a un estilo de Navidad,
incluso una película le otorgaba el título de “”El hombre que se inventó la
Navidad”, en las últimas décadas, estas cada vez tomaban más la forma que nos
ofrecen las películas americanas sobre la época del año. Incluyendo jerseys, fachadas
iluminadas y demás.
El caso es que le tocaba comprar para
el “amigo invisible”, y él, que tanto se quejaba de lo anterior, resulta que
siempre acababa en Grilló, y todo porque era fans de Tintin y había estado dos
veces en Bruselas. Es lo que tienen los vuelos Ryanair. Y entrar en Grilló es
como hacerlo en una tienda en Bruselas; incluso en el museo del personaje.
Objetos curiosos, regalos
inesperados y detalles pensados para quienes buscan algo diferente. Es lo que
siempre encuentra por aquí. esa clase de
comercio donde entras “solo a mirar” y casi siempre sales con algo en la mano.
Tiene mérito lo de Grilló, que
han sabido resistir, adaptarse y mantenerse en una de las calles más cambiantes
de la ciudad. Alfonso I no perdona. Las modas pasan, las franquicias llegan y
se van, pero Grilló permanece, fiel a su esencia de tienda de regalos, con ese
punto caótico y entrañable que la hace reconocible.
Decoración, detalles divertidos,
objetos prácticos o no, simplemente curiosos. Regalos que acaban salvándote un
cumpleaños, un amigo invisible o una Navidad de última hora.
En Navidad, Grilló cobra aún más
vida. Para él es como si apareciera solo en estas fechas. El escaparate se
llena, el interior desborda color y luz, y da la sensación de que entienden las fiestas
como algo más que vender: como una invitación a curiosear, a perder unos
minutos entre estanterías, a dejarse sorprender.
domingo, 14 de diciembre de 2025
CALENDARIO DE ADVIENTO: Postales de Navidad
En su mano lleva un pequeño
montón de sobres blancos, cada uno decorado con estrellas que él mismo había
dibujado torpemente con rotulador dorado. Son sus felicitaciones de Navidad,
esas que ya no se llevan pues es más fácil, cómodo, económico y sostenible hacer
viral un WhatsApp. Felicitaciones navideñas escritas con cuidado para todos
esos nombres que tanto quiere: su abuela, sus tíos y primos, la vecina del
tercero, sus amigos del colegio…
Cada carta llevaba un mensaje
distinto, pero la misma frase al final: Que la luz de Belén ilumine nuestros
hogares y el 2026 nos conceda salud, serenidad, alegría y buenos momentos
compartidos. Bueno, esta frase se la han dictado sus padres.
Cuando llega al buzón siente un
pequeño cosquilleo. Echar los sobres es casi tan mágico como colocar la
estrella sobre el portal del “belén”, con lo que concluye su padre el montaje.
Con lo que no está contento es
con los sellos; no ha conseguido que sean de “Navidad-Navidad” …, el ya sabe lo
que quiere decir con ello. Lo más que ha encontrado tras ir de estanco en
estanco donde en todos le ofrecían uno de Nino Bravo, es el dedicado a Torrejón
de Ardoz a la que denominan Ciudad de Navidad.
En pocos días volverá a este
buzón con la carta de los Reyes Magos
sábado, 13 de diciembre de 2025
CALENDARIO DE ADVIENTO: Canción de Navidad
Con el comienzo del Adviento, el
protagonista de nuestra hoja del calendario de hoy va a la búsqueda de un nuevo
o viejo ejemplar de “Canción de Navidad”. Y el de este año, lo ha encontrado en
la librería de antigüedades de la calle Méndez Nuñez. Lomo gastado, páginas
amarillentas, un ligero olor a papel antiguo y chimenea. Ya no sabe ni cuantos
ejemplares tiene.
Una vez leyó en algún sitio que los
libros, algunos libros, sabían escuchar mejor que muchas personas. El suyo era
este. Nunca lo leía fuera de Adviento. Jamás. Podría haberlo hecho en verano o
una noche de insomnio, pero no. El ritual exigía frío, luz baja y cierta
melancolía flotando en el aire.
El comienzo se lo sabe de memoria:
“Marley estaba tan muerto como el clavo de una puerta.”. No importaba; cada
año le sorprendían igual.
Decía que Scrooge no cambiaba: el
que cambiaba era él. A los treinta, le molestaba la amabilidad ingenua de Bob
Cratchit. A los cuarenta, empezaba a entender el peso de ese corazón endurecido
de Scrooge que se había defendido demasiado tiempo. Pasados los cincuenta, los
Espíritus ya no le parecían fantásticos, sino necesarios.
Con el Fantasma de las Navidades
Pasadas recordaba la infancia de su niñez, en un frío piso pero llena de calor con
una familia siempre dispuesta a celebrar el nacimiento del Niño Jesús, una casa
llena de Navidad
Con el Fantasma del Presente le gustaba aprender los pequeños gestos, de querer disfrutar en los próximos días de la familia reunida, de personas distintas, hijos, hermanos, sobrinos, “cuñaos”… personas conectadas por pequeños gestos que muestran que lo humano se sostiene en vínculos. Una red invisible del cuidado.
Y cuando llegaba al Futuro… bueno, ahí siempre cerraba el libro antes de tiempo. No por miedo a la muerte, sino por respeto. “Algunos avisos hay que leerlos despacio”.
Terminaba el libro la noche antes de Nochebuena. Cada Adviento, gracias a Dickens, recordaba algo esencial: Que aún estaba a tiempo.
Por eso seguía leyéndolo




