Sentado en la mesa de siempre, Julián fuma su cigarro. Es su pequeño ritual de domingo; llegar justo antes de que abran para pedir el vermut de la casa y esperar. Le gustaba ese momento: la pausa entre que llega y saborea el primer trago. Una pequeña historia sobre el arte de esperar, donde el cliente degusta tanto la anticipación como el vermut en sí.
Julián imagina el momento: el líquido vertiéndose en el vaso, el aroma de especias flotando en el aire, la rodaja de
naranja cayendo como un sol en miniatura...
Cada segundo que pasa se siente como una eternidad. La espera es su ritual dominical, como el que va a misa, una danza de anticipación. Subirán las persianas del bar, y sin pedirlo, el vaso llegará fresco, con el brillo de las burbujas del sifón reflejando la luz del mediodía.
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