jueves, 5 de septiembre de 2024

POSTALES DESDE EL VERANO 2024: Entre calas y arenales











En la costa cantábrica dispones de la energía infinita de las grandes playas y la tranquilidad íntima de las pequeñas calas, dos lados del mismo océano. El verano trae consigo esa disyuntiva para pasar la mañana.

Hay quien defiende las playas amplias, como la de Comillas, Oyambre o el Merón. Mirar el horizonte, poder correr, andar,surfear, jugar a las palas, hacer castillos de arena y sentirse parte de algo inmenso. Conectar con el mar en su totalidad, sin límites. Y si controlas el flujo de las mareas pasar hors y horas con la sombrilla en el mismo sitio.

Y están para quienes las pequeñas calas son un refugio. Cada una es como un secreto bien guardado entre las rocas. No necesitan de espacio infinito, todo está más cerca y cada rincón es solo para ellos.

Las calas tienen su encanto, pero en la playa sientes el pulso del mundo. Las olas te desafían, y la inmensidad te hace sentir que eres parte de algo más grande. En las calas, el mar te susurra que te detengas, que lo escuches, que te sientes y respiras.

No hay una respuesta correcta. Algunas veces, el alma necesitaba el espacio abierto y salvaje de una playa inmensa, y otras, buscar la intimidad de una cala escondida…

Pero como toque pleamar en las horas centrales del día, esas que te invitan a pasarlas en la playa, las olas cubren la mayor parte de esas calas patrocinadas y reivindicadas por los vendedores de momentos mágicos en plataformas, suplementos dominicales y redes sociales; el personal, con su toallas y sombrillas se amontonan en los rincones libres, equiparando la ocupación del metro cuadrado de arena a cualquier lugar del Mediterraneo. Y como te descuides te dejan sin cala y sin salida. Por lo que… para cuatro días… danos playas para andar y jugar. 

 

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