Había una vez, en una fría noche
de Navidad, una niña llamada Clara recibió un regalo muy especial: un hermoso
cascanueces de madera. Clara se emocionó mucho y lo cuidó como si fuera un
tesoro. Esa misma noche, algo mágico ocurrió. Cuando todos dormían, Clara
despertó y descubrió que sus cascanueces habían cobrado vida.
El Cascanueces le contó que en
realidad era un valiente príncipe que había sido convertido en madera por un
malvado hechizo del Rey de los Ratones. Antes de que Clara pudiera entender
más, el Rey de los Ratones apareció con su ejército. Pero Clara, valiente y
decidida, ayudó al Cascanueces a derrotarlo. Tras vencer, el Cascanueces se
transformó de nuevo en un príncipe y llevó a Clara a un mundo mágico lleno de
maravillas.
Allí, conocieron a la Bailarina
de los Dulces, una figura hermosa y elegante que danzaba con gracia para ellos.
En ese reino, cada rincón tenía algo especial: había árboles hechos de
caramelos, ríos de chocolate y copos de nieve que bailaban en el aire. Todos
celebraban la victoria contra el Rey de los Ratones con música y baile.
Clara y el Cascanueces pasaron un
tiempo maravilloso en aquel lugar, disfrutando de las danzas de la Bailarina y
otros personajes mágicos. Pero cuando la noche llegó a su fin, Clara se
despertó en su cama, con los cascanueces de madera en sus manos.
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