sábado, 28 de diciembre de 2024

viernes, 27 de diciembre de 2024

martes, 24 de diciembre de 2024

lunes, 16 de diciembre de 2024

CALENDARIO DE ADVIENTO: 16 de diciembre


Todas las navidades leía Cuento de Navidad de Dickens, imaginándose caminando por las frías y neblinosas calles del Londres victoriano, rodeado de farolas de gas y el eco de las campanadas de la medianoche. O como un espectador invisible en los salones victorianos o en las humildes casas de los trabajadores londinenses, presenciando las transformaciones de Scrooge y sintiendo el calor de la redención en cada página.

 



 

lunes, 9 de diciembre de 2024

CALENDARIO DE ADVIENTO: 9 de diciembre


El hombre del tiempo de los fines de semana que nunca está contento con la meteorología diaria, se mostraba emocionado (el mismo dijo encontrarse en ese estado), anunciando lo que se nos venía encima en este largo puente de la Inmaculada, un temporal invernal con mucho frio, lluvia y nieve. La emoción del presentador era inversamente proporcional a la frustración del telespectador imaginando cómo la imprevisible naturaleza se mostraba como una invitada inesperada durante las vacaciones.


 

domingo, 8 de diciembre de 2024

CALENDARIO DE ADVIENTO: 8 de diciembre


Le gustaría tener un desván, pero se tiene que conformar con lo se denomina trastero. Reniega de esa palabra para definir el cuarto de los sótanos de su casa, porque nada de lo que guarda ahí lo considera "trasto". ¡Como va a considerar trastos las sombrillas, esterillas, los cubos y palas de la playa!. ¿Acaso son trastos las cestas para recoger setas?; ¿son trastos los esquís y trineos?... ¡y que decir de la caja con las figuras del "belén"!, sin lugar a dudas el bien más preciado que guarda en esta Sala de los Menesteres. Hoy toca bajar al sótano; hay que montar el nacimiento.

 

martes, 3 de diciembre de 2024

CALENDARIO DE ADVIENTO: 3 de diciembre


Había una vez una abuelita que decidió hacer galletas especiales para Navidad. No era una galleta común, no. Esta galleta era mágica, hecha con cariño y un toque de azúcar y dulces que la hacían brillar de una manera muy especial. Tenían una forma redonda y, en el centro, una gran sonrisa.

Cuando estuvieron horneadas, la abuelita las colocó en un lugar especial de la cocina, cerca de la ventana, para que todos los niños pudieran verlas. Las galletas, al sentirse tan felices, pensaron que no querían acabar como una simple merienda.

Esa noche, mientras la abuelita dormía, las galletas cobraron vida. Se levantaron y decidieron dar un paseo por la casa. En su camino, vieron el árbol de Navidad decorado con luces brillantes y adornos relucientes. Una de ellas dijo: "¡Qué hermoso está todo! Pero algo falta... ¡Yo quiero ser parte del árbol!".

Pero la galleta no sabía cómo subir al árbol. Entonces, una dulce hada navideña que vivía entre las ramas del árbol escuchó su deseo. Con un toque de su varita mágica, ayudó a la galleta a subir. Allí, la galleta quedó colgada en una ramita y le dijo a las demás: "Ahora seré una parte del árbol de Navidad y así todos podrán verme y disfrutar de mi”. Las demás galletas no queriendo ser menos pidieron a las hadas lo mismo, ser parte del árbol.

Al día siguiente, cuando la abuelita vio su árbol, se sorprendió al ver que sus preciosas galletas decorada colgaban de las ramas. Pensó que era una de las decoraciones más bonitas que había puesto. Los niños que vinieron a visitar la casa también se quedaron admirados, y todos se maravillaron al ver a las galletas brillando entre los adornos.

Desde ese momento, la Galleta de Navidad se convirtió en parte del árbol de cada Navidad. Cada año, la abuelita la colgaba con mucho cariño, y cada vez que alguien la veía, todos recordaban que la magia de la Navidad puede estar en las cosas más simples, como una galleta que se convierte en parte de la decoración.

Y colorín colorado, este cuento ha terminado. 🎄🍪✨


 

lunes, 2 de diciembre de 2024

CALENDARIO DE ADVIENTO: 2 de diciembre


Había una vez, en una fría noche de Navidad, una niña llamada Clara recibió un regalo muy especial: un hermoso cascanueces de madera. Clara se emocionó mucho y lo cuidó como si fuera un tesoro. Esa misma noche, algo mágico ocurrió. Cuando todos dormían, Clara despertó y descubrió que sus cascanueces habían cobrado vida.

El Cascanueces le contó que en realidad era un valiente príncipe que había sido convertido en madera por un malvado hechizo del Rey de los Ratones. Antes de que Clara pudiera entender más, el Rey de los Ratones apareció con su ejército. Pero Clara, valiente y decidida, ayudó al Cascanueces a derrotarlo. Tras vencer, el Cascanueces se transformó de nuevo en un príncipe y llevó a Clara a un mundo mágico lleno de maravillas.

Allí, conocieron a la Bailarina de los Dulces, una figura hermosa y elegante que danzaba con gracia para ellos. En ese reino, cada rincón tenía algo especial: había árboles hechos de caramelos, ríos de chocolate y copos de nieve que bailaban en el aire. Todos celebraban la victoria contra el Rey de los Ratones con música y baile.

Clara y el Cascanueces pasaron un tiempo maravilloso en aquel lugar, disfrutando de las danzas de la Bailarina y otros personajes mágicos. Pero cuando la noche llegó a su fin, Clara se despertó en su cama, con los cascanueces de madera en sus manos. 

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. 🎄✨
 

domingo, 1 de diciembre de 2024

CALENDARIO DE ADVIENTO: Primer Domingo de Adviento

 


Sobre la mesa descansaba una corona de ramas verdes adornada con cintas rojas y pequeñas piñas. Cuatro velas solemnes esperan ser encendidas, aunque solo una lo será

El padre encendió la primera vela, cuya luz vacilante rompió la oscuridad. “Esta es la vela de la esperanza”, dijo, mientras los niños, fascinados, contemplaban la llama que parecía bailar al ritmo de un villancico.

La madre tomó la mano del más pequeño y, con una sonrisa cálida, comenzó una oración sencilla. Cada palabra llenaba el aire con una sensación de calma y promesa, como si la llama susurrara que algo grande estaba por llegar.

Fuera, la noche de diciembre era fría y oscura, pero en aquel hogar, la luz de la primera vela iluminaba más que la habitación: encendía los corazones. Era el comienzo de una tradición, un tiempo para esperar, compartir y creer.

El primer domingo de Adviento no era solo una fecha;  es un suspiro cargado de esperanza, un recordatorio de que incluso en la oscuridad más profunda, la luz siempre se impone.