... antes de llegar a los gigantes.
¿Qué
gigantes? —dijo Sancho Panza.
—Aquellos
que allí ves —respondió su amo—, de los brazos largos, que los
suelen tener algunos de casi dos leguas.
—Mire
vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se
parecen no son gigantes,
sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las
aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
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