jueves, 19 de diciembre de 2019

HISTORIAS DESDE EL BELÉN: La panadera


"Voy a por el pan". "Vengo de comprar el pan"..... El pan nuestro de cada día.... y que no nos falte. Hay quien no sabe comer sin pan. Hasta las migas las come acompañadas de pan. Si no eres celiaco, y en casa hay dos, ¿a quien no le gusta una panadería? Y eso que en los tiempos que corren, las nuevas, que  afloran por doquier, han pasado a ser otro cosa; en ellas te puedes tomar un café o comprar una croqueta. Si huele a café o a croqueta, termina oliendo a bar; no a panadería. A su favor cuenta que la variedad de panes es amplísima, y que posiblemente estemos  comiendo mejor pan que en décadas cercanas. Especialmente los domingos, ya que antes los hornos cerraban y los lunes te tocaba ir al colegio con pan duro del sábado en el almuerzo.

Uno que es urbanita de toda la vida, salvo el amacerado, la hogaza y el de cinta, no conocía otro pan al margen de la barra. Luego estaban "los de pueblo", calificativo que se daba al que te traían de fuera con sabor a horno. Las nuevas panaderías le ponen al pan nombre y apellido con todos los cereales disponibles, conocidos y por conocer. En uno de esos nuevos establecimientos leí un cartel anunciando que tenían "pan de Chía". Desde la ignorancia pensé que debía estar muy bueno para traerlo de tan lejos. Chía, pueblo colgado en la Sierra de Chía entre el valle de Benasque y el de Gistaín. Chía, planta herbacea de la familia de las lamiáceas.

Me gusta la panadería "La Magdalena" en la calle Heroísmo. Entrar en ella es hacerlo en un establecimiento en el que se ha detenido el tiempo. Y al salir, te llevas contigo el olor a miga, corteza y tortas. No se si hay otra igual en Zaragoza. Si la hay apuntármela que iré raudo a conocerla, olerla y saborearla

Nuestra panadera "del belén" sale a repartir sus panes por las calles. De crío esto lo conocíamos en el barrio. A quien quería, y lo pagaba, le llevaban el pan a casa. Y al igual que el pan, otras cosas. El reparto a domicilio no es algo moderno. Tampoco el reciclaje de vidrio, el ir a la compra con cestas o capazos o el envoltorio en papel. También ocurre en muchas comarcas rurales donde la despoblación ha hecho que los hornos cierren y el pan llega del más cercano disponible. 

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