Nuestro belén tiene su castañera. No tengo ninguna historia personal que me evoque a una castañera, pero hay que reconocer que es de los poco oficios callejeros que se mantienen invariables a lo largo del tiempo y que es un milagro que todavía se conserven en nuestras ciudades, como si se hubiera detenido el tiempo para ellas. Conocimos barquilleros por la plaza del Pilar, fotógrafos callejeros en la Lonja, serenos o repartidores de la "hoja deportiva". Personajes de un tiempo que no volverá, y sin embargo las castañeras ahí siguen, en la iglesia de San Miguel, en el paseo Independencia, en la Facultad de Medicina, en el Corte Inglés..... actividad que no se puede reinventar ni modernizar, adaptarla a los nuevos tiempos hacerla visible en las redes o digitalizarla.
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