Ya dije que encontraría algún motivo para meter esta película y, aunque un tanto forzado, ya lo he encontrado. En estos días al norte del río Lobos, la hora del café en el Pinocopa viendo el Tour es primordial. Forma parte de la liturgia vacacional. Y ayer terminó un tour que, concentrado en cuatro etapas, nos ha ofrecido los momentos más brillantes desde tiempos de Indurain. Aún me iría más allá, a los tiempos de Delgado e Hinault, con los que uno se aficionó al ciclismo, porque a Ocaña lo veía en el NODO dos veces al año y a Mercks lo conocí en las viñetas del Pulgarcito. Hacía años que las partidas de mús se paralizaban o se posponían para ver cuantos segundos arañaba un día Contador, otro si cogían a Andy, un tercero si Contador podía con la escapada de 90 kilómetros y por último viendo ganar a Evans.
Este año hemos visto a favoritos atacando a más de 80 kilómetros meta y subiendo en solitario, como centauros, el Galibier, cuya cima, como no puede ser de otra forma a más de 2.600 metros, es un desierto. Se han vuelto a escribir buenos guiones este año que pasarán a la historia del Tour y a la memoria de los cronistas que volverán a recordar estas gestas como se recuerdan las de Bartali, Coppi, Bahamontes, Julio Jimenez, Merckx, Hinault, Delgado, Fignon, Chiappucci, Indurain, Pantanni…….
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