Labordeta, al hablar del tiempo, acusaba a Zaragoza de "madrastra, de madre inútil" en una de sus canciones. Esta tarde ha vuelto a ser cruel. La lluvia ha decidido aparecer con toda la procesión del "Pregón" en la calle, tras semanas y semanas sin llover. O al menos esa es la percepción más extendida entre la concurrencia, cuando por la lluvia no se ha tenido que suspender ni un ensayo. Y la precipitación ha sido virulenta; no se ha contentado con unas gotillas o un mero "calabobos", no. Nos ha dejado mojados y bien mojados, a cofrades y a espectadores, a instrumentos, hábitos y estandartes. Como sucedió aquel año 2000 en el que también fue la Congragación de Esclavas la organizadora del evento. También es mala suerte. Sorprende que sólo el estandarte de "la Entrada" estuviera protegido por los nunca deseados plásticos, aunque alguno se traía por la acera para ser colocado a las primeras gotas si las hubiese; previsores unos pero indicio de que no era lo esperado. Esto lo que provoca es que al mínimo porcentaje de que pueda precipitar las comitiva se llenen de chubasqueros hasta para el chubasquero.
A lo largo de esta Cuaresma se ha debatido sobre el esquema y el discurrir del pregón. Y como en todo debate, con sus defensores y detractores, sus aportaciones, sugerencias y propuestas de cambio. Discusiones de lo más interesantes. Nuestra manera de entender el pregón es singular. En Zaragoza no se reduce a una mera manifestación literaria, con rebuscadas y bellas palabras, o a una exaltación de la fe que además transmite sentimientos y espiritualidad. Ni a una propaganda de como entiende una parte de esta ciudad la celebración pública de la Pasión. Muerte y Resurrección de Cristo, siempre nombrabo a tambores, timbales, bombos, matracas, carracas, heráldicas y cornetas (creo que no me he dejado ningún instrumento de los que siempre hay que citar). La lectura del pregón va precedida de una colorida, atractiva y sonora procesión, que al menos hasta puede llamar la atención al que se la encuentra por la calle Alfonso desconociendo incluso que mañana es Domingo de Ramos.
Como ya aconteciera en 2016 con la organización a cargo de la cofradía de Cristo Despojado de sus vestiduras, la proclamación de lo que se celebraba se ha producido en el interior de San Cayetano, a donde se ha tenido que retornar deprisa y con apuros por un itinerario de emergencia por el Coso Alto y la avenida Cesar Augusto al Mercado. Así, el pregón se ha producido, pero la proyección de su rico y profundo mensaje ha sido menor, tanto para convencidos, conversos y profanos, que si todo hubiera transcurrido con el guion establecido. Y mañana los medios de comunicación centrarán la noticia más en la suspensión de la procesión que en el excelente mensaje de Cristina Inogés Sanz. Mientras, este Sábado de Pasión será recordado como aquel de 2000 y 2016 .
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