Hace unos días te nombré a John Locke. Pero no el empirista inglés del XVIII sino el personaje de una serie de televisión. Este Locke repetía constantemente la frase "no me digas lo que no puedo hacer". Nos estamos acostumbrando a que nos digan lo que no podemos hacer. Y hacemos caso, aunque algunas no tengan una clara explicación.
Desde las ventanas de casa vemos las nevadas cumbres del Pirineo. Bueno, no las vemos porque lleva una semana nevando y las nubes cubren la cordillera. Pero nos la imaginamos, recordando esos días zaragozanos de cielos rasos y azules. Tan cerca y tan lejos. No podemos ir hacia ellas porque están en otra provincia.
En este blog somos muy simples, ya lo sabes; tan simples que no llegamos a comprender porque no podemos ir a pasear por el Pirineo. O quien tenga casa en Jaca, en Biescas o Villanúa, no pueden hacer lo mismo ahí que en su casa de Zaragoza. Saliendo a pasear al monte en vez de hacerlo por Independencia, por Puerto Venecia o por las riberas del Ebro, en una ciudad con 600.000 potenciales paseantes. Seguramente es que no deberíamos ni pasear. Pero hay salud y enfermedad más allá de la pandemia. Las pistas de esquí siguen cerradas, con lo que esto conlleva a la economía de los valles pirenaicos (las playas no se cerraron en verano).
Doctores tiene la iglesia. Y el Gobierno al doctor Simón y sus "expertos mentales". Ah no, que ahora el "marrón" ha sido traspasado a las Comunidades Autónomas. No seremos nosotros, desde nuestra simpleza egoísta quien ponga en duda las medidas. Pero algunas chocan.
Y que conste en acta que desde este blog pensamos que la pandemia nos ha tocado con el mejor Gobierno de España posible. Con las mismas medidas imaginate a UP en la oposición (incluso con un PSOE con mayoría absoluta) tomando las calles.
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