Las mañanas siguen como si el tiempo no fuera con nosotros. Sin escolares pero a lo nuestro. Mirando para otro lado, agarrándonos a un hilo de esperanza. Es como si te hubieran denegado las vacaciones y tu sigues cargando el coche con la sombrilla, la esterilla, el cubo y la pala, la crema bronceadora y el impermeable por si llueve algún rato. Por si llueve..... El impermeable...... Si llueve....
Y la tarde te devuelve a la realidad. Frustración en una merienda de quinceañeras en casa. Frustración de un hábito franciscano bajo un paraguas. Frustración de encontrarte en el Refugio solo unas formación de vallas en lugar de las filas de la Piedad. Frustración ante una verja en la siempre concurrida parroquia del Carmen. Lágrimas de frustración en el Colegio de los Jesuitas. Frustración de una cincuentenaria banda de tambores en la Eucaristía y de un centenario y restaurado paso del Huerto que solo quería ser regado por el agua bendita del Arzobispo tras lo cual ha sido portado hasta el umbral del Portillo para matar el gusanillo de la banda de música, la de tambores y el público congregado.
Nos quedamos con las ganas de contar que Abrazado a la Cruz ha estrenado un nuevo guión en su primer Martes Santo camino de San Cayetano, donde se crea ese momento tan especial cuando llega la Piedad con el Cristo de Refugio. Nos perdemos la estampa de la peana de la Crucifixión cruzando el puente de Piedra con el Pilar como telón de fondo rezando un viacrucis, como también hace la Eucaristia, al que le pone una propuesta musical distinta, elegante, apropiada. También sin las Lágrimas de Nuestra Señora, rezo exclusivo del Descendimiento. Nos quedamos sin celebrar en la calle (de momento) el centenario de uno de nuestros pasos, y de como la Virgen de la Confortación ve como su trono poco a poco va cogiendo forma.
Un Martes Santo sin estrenar, como todos los enseres, atributos toques e ilusiones que Eucaristía, Oración en el Huerto, Abrazado a la Cruz, Crucifixión, Descendimiento y Piedad pensaban desplegar en la noche de las calles zaragozanas y en una plaza de San Cayetano donde las vallas y la Samaritana han quedado desiertas. La Pasión solo la ha puesto la selección.
Y para mañana todo apunta a........ frustración.
Y la tarde te devuelve a la realidad. Frustración en una merienda de quinceañeras en casa. Frustración de un hábito franciscano bajo un paraguas. Frustración de encontrarte en el Refugio solo unas formación de vallas en lugar de las filas de la Piedad. Frustración ante una verja en la siempre concurrida parroquia del Carmen. Lágrimas de frustración en el Colegio de los Jesuitas. Frustración de una cincuentenaria banda de tambores en la Eucaristía y de un centenario y restaurado paso del Huerto que solo quería ser regado por el agua bendita del Arzobispo tras lo cual ha sido portado hasta el umbral del Portillo para matar el gusanillo de la banda de música, la de tambores y el público congregado.
Nos quedamos con las ganas de contar que Abrazado a la Cruz ha estrenado un nuevo guión en su primer Martes Santo camino de San Cayetano, donde se crea ese momento tan especial cuando llega la Piedad con el Cristo de Refugio. Nos perdemos la estampa de la peana de la Crucifixión cruzando el puente de Piedra con el Pilar como telón de fondo rezando un viacrucis, como también hace la Eucaristia, al que le pone una propuesta musical distinta, elegante, apropiada. También sin las Lágrimas de Nuestra Señora, rezo exclusivo del Descendimiento. Nos quedamos sin celebrar en la calle (de momento) el centenario de uno de nuestros pasos, y de como la Virgen de la Confortación ve como su trono poco a poco va cogiendo forma.
Un Martes Santo sin estrenar, como todos los enseres, atributos toques e ilusiones que Eucaristía, Oración en el Huerto, Abrazado a la Cruz, Crucifixión, Descendimiento y Piedad pensaban desplegar en la noche de las calles zaragozanas y en una plaza de San Cayetano donde las vallas y la Samaritana han quedado desiertas. La Pasión solo la ha puesto la selección.
Y para mañana todo apunta a........ frustración.
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