Después de tantos años aún seguimos
encontrándonos novedades. Recorriendo la pista de la cueva Marañón en el Pinar
Grande llegamos hasta Molinos de Duero, parando antes a merendar en una ermita
entre robles, que nos recuerda a las cántabras del Monte Corona, y cuya leyenda
escrita en los muros nos cuenta como fue devorada por las llamas en 1730 y
reedificada por la devoción de Salduero en 1970.
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