Una evidencia sensible del cambio climático son las noches en el interior de la Celtiberia. Antes era irse el sol y ponerse una chaqueta, y manta en la cama. Ahí estaba el atractivo del veraneo que no es de sol y playa.
Y dado que alguna noche de este largo y cálido verano (sin Paul Newman) la pasamos en blanco; nos montamos una, como si estuviéramos en Ibiza.
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