La ermita de San Bartolomé junto a una cueva, bajo la formación rocosa conocida como Ventana del diablo y en un paisaje que invita a fantasear. Su óculo pentacular invertido que simboliza la parte maléfica del conocimiento. Los canecillos de los aleros que denotan influencias alquímicas y astrológicas con los gemelos de Géminis, el tridente de Neptuno, o el símbolo universal de la paz en la pata de la paloma.
A esto unele lo que
siempre nos cuentan, que la ermita de San Bartolomé está enclavada en un lugar
equidistante de los dos puntos más septentrionales de la Península Ibérica, los
cabos de Creus y Finisterre; para muchos el centro del mundo.
Seguimos con nuestro recorrido templario y pasamos por Ucero. Matilde Asensi nombra este enclave en su novela Iacobus, y jugamos a encontrar el símbolo que cita que aparece en la iglesia; nunca lo hemos encontrado, pero buscarlo firma parte del juego. Y así nos vamos al castillo de Ucero, la fortaleza que guarda los secretos templarios del Cañon. Buscamos las gárgolas, la clave de la bóveda, los pasadizos que bajan a la orilla del río......
Echamos una última mirada desde el Alto de la Galiana, impregnados de magnetismo, algo de sugestión, una gran dosis de fascinación...
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