El pequeño tractor aparece como un fantasma entre los árboles en el bosque. Todo apunta a que la mecánica le ha dejado abandonado a su suerte, y que rescatarlo, aunque solo sea para la chatarra, no valga la pena. O simplemente te dirán hacerlo por responsabilidad ecológica. El caso es que nos gusta encontrarlo ahí, como un monumento a tiempos pasados de mecánica, motores de explosión y gasoil. Remembranza de ese mundo rural decadente que también se abandona. Tampoco molesta; ni siquiera a la vista.
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