Siempre como lugar de paso, alguna vez había que parar. Como nosotros, por San Esteban de Gormaz pasa el Duero y el Cid en su camino, y lo mismo hicieron desde los celtíberos a los árabes, hasta que la reconquistaran los cristianos.
Todos dejan su huella, y hasta nosotros llegan las piedras del románico, los versos del Cantar del Mio Cid o estrofas de Lope de Vega.
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