"En este suave amanecer tiene el muelle una fugitiva animación. Arribaron dos lanchas con sardinas, y las compran a millares las mujeres que han de ir a venderlas por los pueblos del contorno. Cargan sus canastos con un peso que excede a menudo las cuatro arrobas, y corren con la mercancía, agujada cada una por el deseo de llevar la delantera a las demás. su paso veloz, rítmico, igual que el de los andarines profesionales se llama gráficamente aquí trote de sardineras ... "
Concha Espina. La rosa de los vientos, 1916.
Están contentos con la obra del puerto, aquella que el año pasado aumentó la profundidad del mismo. Ahora permite aumentar las horas de faena entre mareas y que los barcos no enquillen en el fondo varados con la bajamar extrema.
El "Nueva Playa de Luaña", ya ha descargado y ahora llega el "Gaviera".
-Como han entrado los centollos mozucu- le pregunta el patrón al chaval.
-Pocus.
Al echarle un vistazo al canasto a mi no me han parecido tan "pocus" mientras toman la dirección de la Taberna del Muelle, siempre tan agradecida en las postales que enviamos. Lastima que "el Cantábrico" no sea aquel en el que Toñín entre vino y vino y paella y paella, controlaba las emisoras de los navegantes y cuya antigua fachada, al lado de la taberna quedara inmortalizada con "el Bachi" y el "Sardinuca"
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