Que te decía en la postal desde Oviedo, que la ciudad se rodea de montes de paisajes inigualables. Uno de ellos es el Naranco, donde conjugamos naturaleza, historia y arte por la presencia de las iglesias prerrománicas de Santa María y San Miguel de Lillo. Todo un atractivo para dejar la ciudad, en coche, andando o bicicleta y subir hasta ellas. Motivos sobrados, por algo son Patrimonio de la Humanidad.
Mientras en el Alandalus del siglo IX y X se levantaban hermosas mezquitas, en esta parte de la cornisa cantábrica se levantaban sobrias iglesias, pero más esbeltas que las futuras construcciones románicas. Aunque la de Santa María tiene truco, pues no fue concebida como iglesia sino como sala del rey del Palacio de Ramiro I.
A la memoria nos viene la sencillez de la ermita de Nuestra Señora de las Viñas del siglo VII y VIII en Quintanilla de las Viñas, de la cual te enviamos una postal en julio.
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