En aquellas primeras alineaciones que comenzabamos ya a saber de memoria siempre figuraba Violeta, junto a Irazusta, Rico, Ovejero, Blanco, García Castany, Nino Arrua, Lobo Diarte, Planas, González o Simarro. Entre los Magníficos que no vimos jugar y los Zaraguayos; entre las Copas del Rey y la de Ferias que no vimos ganar, al subcampeonato de la 74-75 y el descenso de la 76-77.
Nuestro favorito era García Castany, y a pesar de que los números no eran propiedad de los jugadores como ahora, le pedí a mi madre que me cosiera el 8 a la espalda de aquella camiseta blanca Punto Blanco, comprada en la mercería del barrio, para ir a jugar a las hierbas del Tío Jorge, con el escudo del león también cosido por delante.
Hoy en la Romareda hemos despedido a una parte de ese escudo, al León de Torrero, a José Luis Violeta, en un lamentable partido perdido 0-3 con un Alcorcón descendido de categoría desde Navidad. Triste despedida a todo un referente del zaragocismo que para los nacidos en los sesenta siempre ha estado ahí. Un homenaje a tono con los tiempos que nos ha tocado vivir pero que no merecía quien jugara 17 temporadas en primera división, catorce veces internacional, ganara dos copas de España y una de Ferias. Y todo con el Real Zaragoza, el equipo de su ciudad, junto a Aguado quien más veces ha vestido la blanca y radiante camiseta.
Que raro sonaran estos números a los nacidos a partir de los 90.
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