En FITUR, el entonces Consejero de Territorio de Aragón, de la Chunta Aragonesista, impulsó el hacer "slowdriving" por Aragón. Eso es lo que estamos haciendo estos días por la comarca de las Tierras del Burgo. Conducir despacio, o "el ir de excursión de toda la vida" (algo más aragonés que el slowdriving ese).
Camino de la cantera de Espejón vimos emerger entre trigales unas ruinas cerca de Guijosa. Nos apuntamos las coordenadas para informarnos y volver. Lo que encontramos es una curiosa historia.
Las ruinas pertenecen a un monasterio fue fundado a principios del XV, aprovechando una fuente que había en los
alrededores y donde ya se alojaban unos eremitas, y en el siglo XVII ya poseía un claustro y hospedería. Los restos de muretes de piedra que cercan los campos y otras ruinas cercanas dan muestra del esplendor que llegó a tener este monasterio, al igual que el convento de monjas de la cercana Fuencaliente.
El monasterio padeció la Desamortización de Mendizabal, pero la iglesia gótica siguió existiendo hasta la Guerra Civil, y hay fotos de la misma. Según un cartel que hay junto a la única pared que se conserva de la iglesia, fueron los propios lugareños quienes la expoliaron por miedo a perder las tierras en caso de que se restableciera el monasterio tras la contienda.
Seguimos camino a Fuencaliente.
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