Mi amigo Manolo no puede decir que le aburre la Semana Santa de Zaragoza. Es de los que espera siempre lo mismo, que más o menos siempre sea todo igual. Con orden y todo en su sitio. Eso no quita que el paso de la Esperanza Trinitaria le haya encantado, y seguro que el jueves le ocurre igual con Claudia Prócula, pero lo de toda la vida, cuanto más como siempre, mejor para él.
Hoy sábado de pregón, y a pesar de las noticias, no tendrá queja; todo ha sido como casi siempre. Si madrugabas te encontrabas a los pasos camino de San Cayetano desde San Vicente de Paul; pero también estaban los cuatro que iban a San Pablo, los que se acercaban a San Felipe o a Santiago.
Entrabas a San Cayetano y mientras la Dolorosa desmontaba su altar de la fiesta del Viernes de Dolores, la Piedad se afanaba en construir su pieza de diseño ingeniero que le permite trasladar la imagen de Palao (tanto hablar de Miñarros o de Navarro Arteaga a ver si nos vamos a olvidar de uno de los escultores de toda la vida de la Sangre de Cristo) desde el altar hasta la carroza con más facilidad y menos aparatosidad que cuando lo hacían con grúa. El Descendimiento comenzaba a acicalar su paso, las Siete Palabras hacía uso de la soga que pende de las bóvedas del templo para izar sus crucificados, y la Entrada, presta a anunciar la triunfal llegada a Jerusalén, trajinaba entre trapos, palmas y flores. Mari Carmen limpiando la iglesia y a Mariano te lo encontrabas almorzando en un establecimiento cercano. Lo de siempre. Lo que nos gusta, sin acreditaciones ni listas. Con fotógrafos tomando instantáneas curiosas y niños acompañando a sus padres entre sogas, grúas, poleas y carrozas (hoy si que era peligroso. Yo por si acaso no llevé a mi tropa. A partir del lunes será otra cosa, no podrán entrar a limpiar. Y si es por seguridad, hoy era día de entrar con casco y chaleco amarillo).
Entras a San Cayetano 3, nuestra tienda especializada en lo que nos gusta. Difícil salir de ella sin algo; desde una postal a un hábito. Y si no están muy ocupados sus dependientes, cofrades de toda la vida, que suelen estarlo, te llevas mil explicaciones de las diferentes baquetas a elegir o de los inciensos a escoger.
Llega la tarde. Mira que nos gusta el pregón; y eso que es el de siempre si no llueve. Solo cambia la cofradía organizadora, hoy el Silencio, y el pregonero, en este caso Jesús Dominguez; una de las personas más cultas y comprometidas con el mensaje de esperanza del evangelio. Ahora canónigo del Pilar, pero durante toda su vida cura de movimientos juveniles y párroco de barrios obreros y trabajadores.
Mañana entramos en Jerusalén. Solo necesitas una palma o un ramo de olivo en el corazón. Sin listas. Sin acritud también, acatando, como mi amigo Manolo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario