Entre colores y fragancias, un
hombre se encontraba perdido en un laberinto floral. Las flores se alzaban como
muros naturales que ocultaban el camino de regreso. Cada paso que daba lo
llevaba más adentro en este océano de pétalos, y él se volvía parte de este
jardín encantado. El tiempo se detuvo mientras él se perdía cada vez más entre
las flores, convirtiéndose en una postal de la ofrenda eterna.
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