Que una panadería se llame "la Magdalena" suena a poco original. Si el barrio donde está se llama así, la elección del nombre es más evidente, y mucho mejor que llamarse "cupcake" o "bollo suizo".
Lo singular de esta panadería trasciende al nombre. En pleno centro de una ciudad nos encontramos con una panadería anclada en el tiempo, de esas que calificarías como "de pueblo", siendo de barrio viejo, con una oferta de lo más variada, entre panes y tortas de todo tipo. También magdalenas. Y al otro lado del mostrador un afamado escritor y poeta con más de nueve libros publicados, colaborador de ABC, Clarín o Turia y de columna fija todos los viernes en Heraldo de Aragón.
Ahora que se lleva desmontar a los genios cuando estos no cumplen criterios políticamente correctos, una historiadora del arte en "Las mujeres detrás de Picasso" destrozaba la genialidad del pintor diciendo que no sería nada sin las mujeres de su vida que, entre otras cosas, le permitían dedicarse solo a pintar, sin que ninguna otra obligación le distrajera, preocupara o le hiciera perder el tiempo.
Nosotros admiramos al escritor detrás del mostrador. Para Eugenia Tenenbaum ya será merecedor de ser un poco de genio entre panes, magdalenas, tortas de manzana, de nueces, de azúcar, de aceite... de las mejores de la ciudad,
Y en este tiempo de prisas, se agradece que la atención sea como la fermentación de la masa madre o el primer disco de Siniestro Total.
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